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EL GOBIERNO REDUCIRA LOS GASTOS, SALARIOS Y JUBILACIONES A LO QUE RECAUDE
Bastante más que una prueba de amor

Por David Cufré (Página 12, 12 de julio de 2001)

  Los salarios de empleados públicos las jubilaciones y pensiones, y todo pago a proveedores del Estado estarán sujetos a la recaudación impositiva. Si los ingresos no alcanzan, cobrarán menos. El jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, estimó anoche que en las liquidaciones de sueldos y haberes previsionales de julio habrá recortes de entre 8 y 10 por ciento. Cada mes se sabrá cuántos fondos ingresaron a las arcas públicas, y en función de ello se fijarán las partidas de gastos, que jamás podrán superar a la recaudación. Eso es todo. En eso consiste el nuevo ajuste que Fernando de la Rúa y Domingo Cavallo presentaron anoche desde Casa Rosada. Se trata de una medida casi minimalista, consistente en aplicar el criterio de caja a “rajatabla”. La contundencia extrema de esa decisión intenta poner freno a una situación igualmente delicada, que ayer volvió a reflejarse en los mercados financieros y en las primeras reacciones de pánico de la población. Ya una vez el Gobierno intentó imponer un ajuste salvaje, ideado por Ricardo López Murphy, y se estrelló los dientes contra el pavimento. Tal vez ahora considere que el abismo se ve tan cerca que hasta lo insoportable será soportado. La sociedad y los mercados –siempre incrédulos a que se puedan aplicar sus recetas, por saberlas indigeribles– responderán a partir de hoy. Anoche, la primera reacción en los partidos de la Alianza fue de estupor, mientras que el justicialismo repudió los anuncios.
El anuncio de las medidas estuvo cerca de naufragar, ante la imposibilidad del Gobierno de convencer a los gobernadores de que lo imiten en su acción. De acuerdo a la estimación de Cavallo, el déficit fiscal de la Nación en el segundo semestre ascendería a 1500 millones de pesos. Y lo mismo en las provincias. El ministro resolvió que para eliminarlo, se gastará lo que se recaude. Pero no logró que los gobernadores se comprometan a seguirlo en ese camino. Esa pelea y otras que debió librar el Ejecutivo con dirigentes de la Alianza y el justicialismo, quienes retacearon apoyo político, provocó que los discursos del Presidente y del ministro de Economía se fueran postergando. Primero se suponía que hablarían a las seis de la tarde. Después se convocó a la prensa para las 20, pero a esa hora tuvo que salir el vocero presidencial, Juan Pablo Baylac, a decir que la presentación se haría dos horas más tarde. Esas demoras reflejaron la intensidad de las disputas que libró el Gobierno, hasta que finalmente pudo decir lo que quería, y esperar a la reacción de hoy.
“Quien diga que hay otra alternativa, miente”, opinó De la Rúa en su mensaje a la población, durante el cual pidió “a todos los argentinos un esfuerzo patriótico”, para superar una situación que, “en este momento, es imposible de sostener”. “Vamos a gastar sólo lo que tenemos y lo que recaudamos”, agregó, dejando los detalles de los anuncios a Cavallo. En rigor, el ministro no amplió mucho más, sino que avanzó en su explicación de por qué las medidas son necesarias. En concreto, lo que el Gobierno comunicó anoche fue lo siguiente:
Los sueldos, jubilaciones, pensiones y pagos a proveedores del Estado dependerán de los ingresos tributarios. En las liquidaciones de julio habrá descuentos de entre 8 y 10 por ciento.
Las reducciones serán transitorias, pero no se especificó cuándo dejarán de aplicarse. Cavallo sostuvo que ocurrirá cuando se acomoden las cuentas fiscales. Pero aclaró que el objetivo es eliminar el déficit fiscal en el segundo semestre de este año y en todo el 2002.
En el acuerdo con el FMI estaba previsto el déficit cero para 2005.
Las jubilaciones mínimas estarán exceptuadas de los descuentos. Sólo los habrá para haberes superiores a 200 pesos.
Los recortes salariales serán mayores en el caso de los funcionarios con cargo político. Pero no se especificó de qué magnitud.
En los entes de control de las empresas privatizadas se reducirán los directorios a tres personas, con sueldos nunca superiores al del jefe de Gabinete.
No hubo ningún detalle sobre qué ocurrirá con las partidas para educación, salud y seguridad. De la Rúa sólo enunció que serán excluidos del esfuerzo “los más necesitados”.
Las partidas presupuestarias para los poderes Judicial y Legislativo no serán modificadas.
A poco de asumir como ministro de la Alianza, Cavallo envió al Congreso el proyecto de ley por el que se le concedieron superpoderes. La iniciativa tuvo algunas correcciones de redacción, pero salió con todos los artículos propuestos. Todos salvo uno, que fue rechazado por unanimidad. Ese artículo era el que establecía que la Nación ponía la recaudación de impuestos como garantía del pago de la deuda, y lo que sobrara tras cumplir con los acreedores, quedaba para ser repartido en salarios, jubilaciones y pagos a proveedores. Fue una propuesta de Horacio Tomás Liendo, repudiada en el Congreso y que al abogado le costó quedar afuera del equipo económico. Ahora, el Gobierno sacó por decreto algo muy parecido a lo que establecía aquel artículo, ya que todos los gastos del Estado quedan sujetos a la recaudación, menos los pagos del servicio de la deuda. El decreto 896, compuesto por siete artículos, fue firmado por el Presidente y todos sus ministros. Uno de los puntos destacados es que “no se podrá alegar la existencia de derechos irrevocablemente adquiridos” en contra de las disposiciones de la medida. De este modo, el Ejecutivo se cubrió ante una segura avalancha de juicios.
Para dar más certidumbre a los financistas de que Argentina cumplirá a cada vencimiento de títulos, Cavallo también anunció anoche una suba al 0,6 por ciento en la tasa del Impuesto a las Transacciones Financieras, desde el 0,4 actual, y la eliminación de exenciones. Pero el ministro dijo que a futuro se podrá computar el pago total de ese gravamen a cuenta de IVA y Ganancias. Para De la Rúa, estas medidas son producto de que “ya se vendió todo lo que había para vender”. Ahora llegó el turno de vender el ajuste.

 

Las medidas

Se eliminan exenciones en el impuestos a las Transacciones Financieras, que se elevará a la tasa máxima del 0,6 por ciento, tomando este impuesto a cuenta de IVA y Ganancias.
Total bancarización del pago de sueldos, pensiones y jubilaciones, en forma obligatoria, que se depositaran en cajas de ahorro gratuitas.
Se cubrirá el déficit previsto del semestre de 1500 millones con una reducción de salarios, jubilaciones, pensiones y bienes y servicios.
El recorte será en julio del 8 al 10 por ciento, que variará cada mes.
Se creará un cuerpo judicial específico sobre causas de evasión impositiva y contrabando. Los nuevos jueces se ocuparán de casos de evasión superiores al millón de pesos.
Se pagará puntualmente los intereses de la deuda.

 

EL DELARRUISMO PURO EXPLICA EL PORQUE DE SU INCONDICIONALIDAD
“A Cavallo sólo podemos apoyarlo sí o sí”

Por José Natanson

   “La decisión ya estaba tomada. Ahora se trata de hacer todo lo posible para reducir la resistencia política.” Así definía en la medianoche de ayer un importante funcionario, muy cercano a Fernando de la Rúa, la tarea que le espera al Gobierno para las próximas horas. Es que el anuncio de Domingo Cavallo de que se recortarán sueldos, jubilaciones y pagos a proveedores del Estado tensó como nunca la cuerda entre la Casa Rosada y los partidos de la Alianza, que hoy analizarán si retiran su respaldo a la gestión delarruista.
La tormenta financiera que el Gobierno intenta frenar con el séptimo ajuste desde diciembre de 1999 comenzó dos semanas atrás, cuando circularon rumores sobre una renuncia de Cavallo. Lejos de detenerse, la ofensiva de los mercados fue in crescendo, por lo que el círculo íntimo de De la Rúa empezó a analizar seriamente cómo reaccionar.
La idea, desde un primer momento, fue fortalecer a Cavallo. A pesar de las advertencias de Raúl Alfonsín, que amenazó con retirar su respaldo si el superministro se hacía cargo del PAMI y el ANSES, la decisión estaba tomada. Tanto, que hasta llegó a manejarse la hipótesis de convertir a Cavallo en jefe de Gabinete. En esa ocasión, los dos ministros más cercanos a De la Rúa –Crhystian Colombo y Patricia Bullrich– y el hijo presidencial Antonio fueron los principales impulsores del plan para fortalecer el poder del jefe de Hacienda.
Al final, los sostenidos reclamos del establishment, la suba del riesgo país y las tasas ruinosas que tuvo que pagar el Estado pusieron a De la Rúa ante una dura evidencia: respaldar a Cavallo implicaba hacer un nuevo ajuste, algo que el ministro venía reclamando desde hace días.
O sea: la decisión estaba tomada desde antes, y ayer sólo quedaba definir el cómo. “Cuando dudamos si convenía o no darle el control del PAMI y el ANSES a Cavallo, los mercados casi nos voltean en dos días. La decisión estratégica del Gobierno es apoyarlo sí o sí. Es lo único que podemos hacer”, decían muy cerca del Presidente.
Esto explica que De la Rúa no haya participado de las accidentadas reuniones con los legisladores radicales y frepasistas. Temprano, en la Rosada, el Presidente estuvo analizando los detalles del decreto junto a Cavallo, Bullrich, Colombo y Nicolás Gallo. Después fue un rato a Olivos, a reunirse con el uruguayo Jorge Batlle (ver página 9). Volvió a la tardecita, para terminar de corregir el discurso y hacer los anuncios en el Salón Blanco.
Los encuentros de ayer con los legisladores aliancistas no estaban pensados como un debate sino a puro título informativo. Por eso derivaron, en cuestión de minutos, en durísimos cruces entre un Cavallo que sólo quería explicar el contenido del paquete y unos legisladores que no estaban dispuestos a aceptarlo.
Durante el encuentro, el ministro de Economía funcionó como fuerza de choque. Así fue como Cavallo se trenzó, a los gritos, con Darío Alessandro, que advirtió que el Frepaso no respaldaría un nuevo ajuste. También debatió con el radical Marcelo Stubrin, quien aseguró que el Gobierno debería haber discutido las medidas antes de decidirlas.
Mientras Cavallo y los legisladores discutían en voz cada vez más alta, Colombo, presente en la reunión, se mantuvo casi todo el tiempo en silencio. Bullrich, que entraba y salía de la sala, sólo intervino para explicar que constitucionalmente era muy complicado dividir las rebajas salariales en bandas y que por eso se aplicaban a todos los sueldos por igual.
La conclusión es obvia: los dos funcionarios, delarruistas puros que respaldan la estrategia de fortalecer a Cavallo, prefirieron dejar al ministro de Economía en el papel de duro y asumir después un rol moderador, más de acuerdo a sus funciones. Es lógico: Bullrich deberá lidiar con las previsibles protestas de los gremios (ayer, por ejemplo, ATE decidió tomar todos los organismos públicos y analiza convocar a unparo por tiempo indeterminado). Colombo, por su parte, tiene por delante la complicadísima tarea de convencer a los gobernadores peronistas.
Pero, ¿qué ocurrirá con el radicalismo y el Frepaso, que anoche debatían la posibilidad de emanciparse totalmente del Gobierno? En la Casa Rosada confiaban en que la gravedad general de la situación y el fantasma del default ayudarán a consensuar un recorte que, según decían, excluye áreas sensibles y conflictivas, como los fondos para educación, los programas sociales o los planes de empleo temporario. “Esas fueron las condiciones que puso De la Rúa, además de que no se despedirá a empleados públicos. Hicimos todo lo posible”, aseguraba anoche un integrante del Gabinete, con el desafortunado recorte de Ricardo López Muprhy fresco en la memoria.

 

OPINION
Por Martín Granovsky

Hambre y sed

Un viejo cuento judío que suelen relatar los rabinos, obviamente irónico sobre ellos mismos, narra que un día se juntaron en la plaza del pueblo el sacerdote y el rabino.
–Cuando recogen la limosna, ¿cómo saben cuánto queda para la iglesia y el templo y cuánto para ustedes mismos? –les preguntó un amigo.
–Muy sencillo –dijo el sacerdote–. Yo hago un círculo en el piso y tiro las monedas al aire. Lo que cae en el círculo es para Dios. ¿Y vos?
–Ah, lo mío es más fácil todavía –dijo el rabino–. Igual que vos, yo tiro las monedas al aire.
–¿Y entonces cuál es la diferencia?
–Las monedas que Dios agarra son para Dios. Yo solo me quedo con el resto.
Según el plan que anunciaron anoche Domingo Cavallo y Fernando de la Rúa, un plan desprovisto de la ternura irónica del cuento, el papel de Dios quedará para los empleados públicos, los proveedores y los jubilados. Lo que tomen del aire será para ellos. Eso sí, las monedas serán menos, muchas menos, porque antes el Estado cumplirá con su deuda financiera.
El de Cavallo y De la Rúa es un fiscalismo de una radicalidad que hubiera envidiado Ricardo López Murphy. El Estado, que ya se había desprendido de sus empresas, también quedará supeditado a la sacralidad de las obligaciones financieras. ¿Podrá aplicar Cavallo lo que López Murphy no consiguió llevar a cabo? Tiene en su contra las mismas medidas, que generarán amargura, nuevos piquetes y recelo político a punto tal que el Frepaso podría dejar el gobierno. Y a favor, tres cosas. Una, Cavallo mismo sigue siendo visto como la última carta. Dos, desde el anuncio de López Murphy pasaron cuatro meses más de depresión, con lo cual la desesperanza es mayor. Y tres, el sector financiero continúa funcionando como la vaca sagrada de los indios. No importa que mueran de hambre; jamás deberán tocarlas porque, de otro modo, las cosas podrían ser infernalmente peores.
En 1875, en medio de una severísima crisis mundial, el presidente Nicolás Avellaneda anunció: “Honraremos la deuda sobre el hambre y la sed del pueblo argentino”. Suspendió las obras públicas, eliminó partidas enteras del presupuesto nacional, quitó subvenciones a las provincias, rebajó sueldos, pensiones y jubilaciones y redujo los gastos en más de tres millones de pesos. “Nada hay perdido cuando queda en pie un pueblo que trabaja”, dijo Avellaneda. Dos años después, la recuperación del mercado mundial ayudó a que la crisis cesara. “El país y su gobierno se salvaron por sus propios esfuerzos y sin ayuda externa”, concluyó entonces Avellaneda. La diferencia es que ésa era una Argentina diminuta, donde ni siquiera había comenzado la gran ola inmigratoria, y que Avellaneda, a diferencia del gobierno actual, tenía un proyecto que no se agotaba en el simple estaticidio.

 

 

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