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Jueves 15 de marzo de 2007

Un producto obtenido del paraíso cura, en ratones, una enfermedad ocular causada por el virus herpes

El extracto de hojas de paraíso inhibe la replicación del virus y tiene acción antiinflamatoria en la queratitis herpética estromal en ratones, un modelo experimental que reproduce la enfermedad del ser humano.

Por Susana Gallardo (*)


El árbol paraiso.

  Un producto semipurificado, denominado meliacina y obtenido de las hojas del árbol del paraíso, mostró, en un estudio en ratones, que es capaz de curar la queratitis estromal herpética, una enfermedad ocular producida por el virus Herpes simplex, que, en el hombre, ocasiona úlceras en la córnea y representa la primera causa de transplante de córnea en el mundo.

  La enfermedad es más grave cuando el virus se instala en la capa profunda de la córnea, el estroma, pues se produce una inflamación severa que puede llevar a una perforación en el corto plazo. Pero este daño no se debe a la acción directa del virus, sino a la respuesta inflamatoria del sistema inmune ante la presencia de aquél. Precisamente, el producto que ha sido ensayado con éxito por el equipo que dirige la doctora Laura Alché, profesora en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, tiene una doble función: inhibe la multiplicación de los virus y tiene acción antiinflamatoria.

  El virus herpes infecta con una modalidad propia. "Cuando ingresa al organismo, establece una infección latente y, periódicamente, ante distintos estímulos, como la luz ultravioleta o el estrés, entre otros, vuelve al sitio de la primera infección, y comienza a replicarse, produciendo nuevamente la enfermedad. Las sucesivas recurrencias pueden producir ceguera", afirma la doctora Alché, también investigadora del Conicet.

  En colaboración con el doctor Alejandro Berra, de la Facultad de Medicina de la UBA, los investigadores probaron el compuesto en un modelo animal que reproduce la enfermedad del ser humano.

  "Luego de inocular el virus en la córnea de los ratones, observamos que, al aplicar la meliacina en los días 1, 2 y 3 después de la infección, los animales no se enfermaban, a diferencia de los ratones que no habían recibido tratamiento", relata Alché, y destaca: "Pero en otro grupo de animales aplicamos el producto en los días 4, 5 y 6 luego de inocular el virus, y vimos que tampoco se desarrollaba la enfermedad".

  De estos resultados, los investigadores infirieron que la meliacina no sólo inhibía la multiplicación viral sino que, también, poseía actividad antiinflamatoria. Porque el virus se multiplica en el ojo del animal los primeros días de la infección, y luego migra hacia otro sitio del organismo, alrededor del día 4 o 5. Pero lo que sí aparece en esos días es la respuesta inflamatoria. Los resultados fueron publicados en Experimental Eye Research.

  El hecho de disponer de una molécula que reúna las dos propiedades optimiza el tratamiento, porque hoy en día esas infecciones se tratan, por un lado, con antivirales (como el aciclovir) para inhibir la multiplicación viral, y, por el otro, con corticoides, para bajar la inflamación y el dolor. Pero estos fármacos tienen un efecto contraproducente: estimulan la multiplicación viral.

El paraíso, un árbol milenario

  Desde hace más de veinte años, en el laboratorio de Virología de Exactas se estudian los extractos de las hojas del paraíso (Melia azedarach), del cual se obtuvo la meliacina; y también una molécula purificada, designada con la sigla CDM (por su nombre químico). Este árbol, oriundo de Asia, se ha utilizado durante siglos en la medicina oriental debido a los beneficios observados en el uso de extractos de las hojas y de otras partes de la planta (los frutos son tóxicos). Además, ya en 1982, la doctora Celia Coto, profesora consulta de la FCEyN, y fundadora del laboratorio de Virología, había descripto por primera vez las propiedades antivirales de extractos obtenidos de la raíz del este árbol.

  El compuesto CDM fue probado con diferentes virus para medir el efecto e indagar los mecanismos involucrados. "Este compuesto tiene un efecto pleiotrópico, es decir, induce, en forma simultánea, una serie de respuestas diferentes: por un lado, frena o impide la producción de proteínas virales imprescindibles para la replicación viral; por otro lado, posee una acción inmunomoduladora", dice la doctora Andrea Barquero, investigadora del Conicet, y miembro del equipo.

  Para indagar el mecanismo de acción, las investigadoras apuntaron a un factor de transcripción, denominado NF-kB (factor nuclear kappa B), que es clave en el control de la respuesta inmune natural frente a los patógenos, promoviendo la inflamación. Como piratas de las células, muchos virus tienen una acción sobre el NF-kB, por ejemplo para controlar la apoptosis (muerte celular programada). Pueden inhibirla, y así lograr que la célula se mantenga viva para poder multiplicarse. Pero un virus también puede inducir la apoptosis cuando, una vez que se multiplicó, debe romper la célula para salir de ella.

  El NF-kB reside en el citoplasma celular en estado inactivo. Ante la llegada de un estímulo (un virus como el herpes o moléculas pro-inflamatorias), el NF-kB viaja de inmediato al núcleo, donde se une al ADN y dispara la síntesis de diferentes productos.

  Las investigadoras determinaron que el compuesto purificado (CDM) actúa sobre ese factor y, en consecuencia, podría estar afectando la síntesis de aquellas proteínas que desencadenan la respuesta inflamatoria.

  Disponer de este compuesto no significa contar ya con la terapia contra la enfermedad, pues serán necesarios todavía numerosos estudios clínicos. Por el momento, los investigadores siguen trabajando para desentrañar los mecanismos de acción.

(*) Centro de Divulgación Científica - SEGB - FCEyN.

Nota publicada en La Nación el 15 de marzo de 2007.

 

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