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Viernes 13 de abril de 2007

Evaluarán la presencia de hongos en el tronco de árboles porteños para prevenir caídas.

Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires tomarán muestras de troncos para detectar hongos que deterioran la madera. La idea es generar un mapa de árboles en riesgo que contribuya a prevenir posibles caídas. .

Por Cecilia Draghi (*)


Tronco de Plátano.

  Muestras de troncos de cientos de árboles porteños serán puestas bajo el microscopio para detectar si están afectadas por hongos que debilitan al ejemplar y disminuyen la resistencia del tronco o fuste hasta hacerlo caer por su propio peso. Otras veces una tormenta los derriba por ser extremadamente endebles y culmina así la labor iniciada por estos minúsculos seres, que al alimentarse de la madera, la pudren. "Estos hongos constituyen un peligro silencioso porque atacan el fuste, las ramas o las raíces del árbol, y sólo se observan a simple vista cuando ya es demasiado tarde. La idea es adelantarse mediante estudios de laboratorio para determinar si constituyen o no un objeto de riesgo para la ciudad", señala la doctora Silvia Edith Lopez, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, y del Instituto PROPLAME-PRHIDEB del CONICET, a cargo de esta investigación en colaboración con la estudiante Carolina Robles y con el acuerdo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

  Según el único censo oficial (2001), la metrópoli porteña cuenta con 356.794 árboles. De ellos, el 44,8% son fresnos y en segundo lugar con el 9.6 por ciento se ubican los plátanos. Esta especie resultó una de las más atacadas por diferentes hongos en un estudio realizado anteriormente por el equipo de la bióloga Lopez. Por este motivo es que ahora focalizarán la atención en ellos. "Casi siempre se atendió a las plagas o las enfermedades del follaje porque es lo que se ve. Pero si un árbol tiene las hojas enfermas es una cuestión funcional y estética pero no significa un riesgo para la población. En cambio, un fuste deteriorado que pierde su resistencia puede ocasionar daños", compara la investigadora del CONICET.

  Prevenir posibles accidentes es uno de los objetivos de este estudio que empezará por determinar el estado de los troncos de un número representativo de plátanos, pero ambiciona ampliarlo a otras especies en el futuro. "En Europa conocen los árboles uno a uno y llevan su historia", desliza sin ocultar su interés en imitar esta actitud.

Árboles estresados

  Echar raíces en la ciudad no es tarea fácil. Erguirse en medio de tuberías, escombros, baldosas que aprisionan, aguas ácidas o detergentes, gases tóxicos de autos alteraría a cualquiera, y el árbol sufre como cualquier mortal estas condiciones de estrés. Ni hablar cuando un vecino se empeña en destruirlo o se ensañan con la poda. "En Buenos Aires como en cualquier otro lugar poblado, los árboles se encuentran en desventaja porque se desarrollan fuera de su ámbito natural y deben combatir permanentes agresiones urbanas. Por ejemplo, cuando la dimensión del cantero es muy reducida, el ejemplar suele crecer formando un tumor por encima de la vereda, debido a la restricción de su desarrollo normal en diámetro", indica desde el Laboratorio de Micología del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental.

  Si los ataques superan a las defensas, el delicado equilibrio se rompe y el ejemplar es más susceptible a desarrollar enfermedades. En estas condiciones, los hongos que se alimentan de la madera se preparan para el festín. Denominados xilófagos (xilo, madera y fago, que come), estos seres minúsculos invaden y atraviesan el tronco. "Se diseminan por la planta pero en la etapa inicial no se detectan a simple vista. A veces lleva años hasta que el árbol exhibe una o varias estructuras externas que revelan el ataque: las "fructificaciones" del hongo. Cuando esto ocurre la madera mostrará una contextura más blanda, parecida a un corcho. Si uno golpea el tronco, notará un sonido hueco. Esto da indicios de la pérdida de resistencia. En esta etapa ya es demasiado tarde, y el ejemplar corre peligro de caerse", describe.

  La naturaleza es generosa en diversidad y los hongos no son la excepción. "En un relevamiento realizado años atrás, nuestro equipo detectó quince especies de hongos en la ciudad de Buenos Aires. En esa oportunidad -indica- analizamos las cepas para averiguar su capacidad de degradación de los componentes de la madera. Los resultados mostraron que algunos xilófagos son muy agresivos y pueden producir hasta un 70 por ciento de pérdida de la resistencia en un año. Otros, en cambio, son más lentos".

  Precisar qué especie de hongo afecta a los plátanos deteriorados es uno de los objetivos por delante. "Cuando se termine de realizar la muestra se podrá saber el promedio de expectativa de vida de los árboles enfermos para hacer un programa de renovación", anticipa.

Prevenir, el mejor tratamiento

  Cuando los hongos hicieron pie en el árbol es poco lo que puede hacerse para salvarlo. "En la ciudad es muy difícil combatir los hongos una vez que se han instalado en la madera porque los métodos de control como la fumigación están limitados por la proximidad con la población", advierte. Sin demasiadas armas para contrarrestar la enfermedad, una vez desatada, sólo queda calcular la sobrevida en cada caso. "Se puede predecir la vida útil del ejemplar según el hongo que lo ataque. Esto permitirá elaborar un calendario de reposición para evitar que un viento fuerte derribe al endeble ejemplar con los riesgos que esto acarrea", concluye.

Todos podemos ayudar

  Los árboles, -esas fábricas de sombra que dan respiro en verano, embellecen el paisaje urbano, disminuyen la contaminación sonora, capturan gases tóxicos y liberan oxígeno-, nada pueden hacer ante la mano del hombre. "Cuando la poda es indiscriminada, las heridas que quedan son puertas de entrada para agentes patógenos", puntualiza la doctora Silvia Lopez. Otro tanto ocurre con daños en la zona basal. "En la Costanera -ejemplifica- la gente arma fueguitos en la base del árbol. Esto deja desprotegido al ejemplar y permite que el hongo o cualquier otro agresor ingrese hasta el corazón del fuste".

(*) Centro de Divulgación Científica - SEGB - FCEyN.

Nota publicada en La Nación el 2 de abril de 2007.

 

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