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Martes 27 de junio de 2006

Un Niño para nada feliz

Lluvias intensas y sequías interminables: así, con una frecuencia irregular y cíclica, el “fenómeno del Niño” embiste toda su furia contra Sudamérica. El tema es abordado por Carolina Vera, Meteoróloga y actualmente vicedecana de la FCEyN.

Por Leonardo Moledo (*)


Carolina Vera.

  Tal vez sea la carga de inocencia o la veta religiosa que porta su nombre. Tal vez sean los azotes económicos y sociales que provoca. Lo cierto es que el síndrome climático “Oscilación del Sur El Niño” o “fenómeno del Niño” a secas sobresale cíclicamente por sobre el resto de los percances meteorológicos en el Hemisferio Sur de la Tierra. Se presume que ocurre desde hace once mil años, pero recién se lo estudia con frecuencia hace menos de 50 años, período durante el cual nueve “Niños” golpearon el planeta. Y lejos de ser un problema local para peruanos y ecuatorianos, afecta sin distinción a toda la región. Así lo explica Carolina Vera, doctora en ciencias de la atmósfera, profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) y actualmente vicedecana de la facultad.

– ¿Qué investiga?

– La variabilidad y el cambio climático es mi área principal de investigación. Pero en los últimos tiempos me estoy concentrando más en la influencia de fenómenos remotos sobre Sudamérica.

– Por ejemplo...

– El fenómeno del Niño.

– ¿Cada cuánto ocurre este fenómeno?

– En promedio cada 5 años uno tiene algún evento cálido asociado al fenómeno del Niño, pero a veces puede ocurrir cada 2 o cada 7 años. Digamos que es irregular.

– Todo muy bien pero hasta ahora no me dijo de qué se trata.

–A eso iba. En realidad hay que empezar describiendo las condiciones del Pacífico tropical: en condiciones normales las aguas superficiales oceánicas más calientes están en el Pacífico oeste, en la zona de Indonesia, norte de Australia. Ahí el agua puede llegar arriba de los 28ºC, actuando como una hornalla para que se produzcan nubes y sistemas intensos de precipitación. Bajo ciertas condiciones esas aguas calientes se desparraman hacia el Pacífico central produciendo zonas de precipitación. Cuando eso ocurre estamos en presencia del “fenómeno del Niño”...

– ...cuyo nombre fue originalmente empleado por pescadores peruanos para referirse a una corriente oceánica cálida que aparecía cerca de la Navidad. ¿Cuál es su efecto?

– Esos fenómenos de precipitación que se producen en el Pacífico central liberan una cantidad de calor en la atmósfera que altera la circulación atmosférica en regiones remotas, por ejemplo en el Pacífico sur y en zonas de Sudamérica produciendo aumentos de precipitaciones o condiciones de sequías. En nuestra región el problema del Niño está asociado a un aumento en general de lluvias sobre el este de Argentina, sobre Brasil y Uruguay.

– ¿Cuándo va a haber el próximo Niño?

– Uno no puede decir así nomás que va a ocurrir en cuatro años. Actualmente estamos en “condiciones normales”. En estos momentos con el sistema de observación global podemos saber si va a ocurrir con seis meses de anticipación. Hubo dos “Niños” muy intensos: en el ’82/’83 y el de ’97/’98. El último fue el primero que se pudo predecir con seis meses de anticipación, lo cual le permitió a los países afectados, ya sea por sequía o por inundaciones, poder prepararse.

– Pero más o menos, nos toca uno dentro de poco...

– No queda claro porque ahora veníamos de condiciones relativamente frías y vamos a condiciones neutras. Esto quiere decir que estamos cercanos a la condición normal. Con los pronósticos de hoy no queda claro qué va a ocurrir.

– Su trabajo ¿en qué consiste en concreto?

– Yo lo que intento entender es a qué se deben los cambios de precipitación de un invierno a otro, de un verano a otro, para poderdespués predecir. El pronóstico a corto plazo, es decir a pocos días, ha mejorado muchísimo. La idea es tratar que los modelos reproduzcan mejor los procesos que provocan lluvias. Sin embargo, cuando uno extiende el pronóstico unos pocos días las muestras se empiezan a poner caóticas. Así se hace difícil predecir qué va a pasar de un invierno a otro.

– Debe haber muchas variables en juego.

–Sí, por supuesto. Ya la atmósfera es bastante caótica. Tiene variabilidades internas y es sensible a “condiciones de contorno”, o sea a lo que ocurre en la superficie terrestre. Allí, la mayor influencia es la del océano: si está más caliente o más frío. La atmósfera es muy sensible a cómo están los océanos tropicales porque ahí está el agua más caliente. No es lo mismo que la atmósfera tenga en la superficie un agua de 28ºC o 30ºC que puede generar un huracán o una tormenta de precipitación muy grande. Hay muchas más preguntas.

– ¿Cuáles?

– Por ejemplo: dado un Niño, ¿cuál va a ser la anomalía o cómo va a ser el cambio de precipitación o de temperatura en la Argentina? Hay un grado que está explicado por el Niño, pero otra parte no porque el Niño está en el Pacífico ecuatorial, y Sudamérica está a decenas de miles de kilómetros. Esa “señal” que el Niño produce en la atmósfera se ve alterada por otros fenómenos. A mí me interesa eso. Por ejemplo: ¿por qué las precipitaciones causadas por el Niño ’82/’83 fueron distintas a las del Niño ’94, donde casi no llovió?

– ¿Y por qué fue?

– Ahí entran otras hipótesis que manejamos. Por ejemplo, algo que podría estar influyendo son las condiciones en los otros océanos.

– ¿Están tratando de fabricar un modelo del Niño que explique cuáles son sus efectos?

– El modelo que existe es el “modelo del globo”. El tema es mejorarlo, afinarlo, con métodos matemáticos y numéricos teniendo en cuenta otros tipos de modelos por ejemplo los que reproducen las condiciones en la superficie terrestre. No es lo mismo tener sobre el continente una floresta como el Amazonas, una sabana como la Pampa o un desierto. Allí se producen fenómenos locales que también alteran las temperaturas. Estos modelos tienen que ser capaces de reproducir todos esos procesos. Dada la magnitud de esta pretensión es imposible que eso lo investigue un grupo solo, una persona sola, un país solo.

– ¿La comunidad climática está muy organizada?

– Sí, bastante. Por ejemplo, lo que yo hago es tratar de describir o entender cómo la señal del Niño se altera al llegar a Sudamérica. Descubrimos que es importante ver cómo están los vientos intensos alrededor de la Antártida. E intercambio los datos con otros grupos . En las ciencias de la atmósfera ya no se trabaja más en forma aislada.

– ¿La meteorología y la política cómo se llevan?

– A veces más o menos. Algo es claro una cosa es la comunidad científica y otra es Bush. Por ejemplo en el tema del cambio climático, los científicos norteamericanos sufren censura. Hay censura interna a los grupos científicos que actúan en institutos del gobierno. Les sugieren no publicar los resultados. Porque ellos dicen: hay un cambio climático, esto es serio...

–¿Hay otros casos polémicos?

–Ocurrió con el huracán Katrina. El pronóstico se dio con tres días de anticipación, con un error de 30 kilómetros en la trayectoria. Aunque funcionó mal todo el sistema de alerta de Estados Unidos, el pronóstico fue bueno. En estas cosas los políticos dijeron de todo: que fue un designio de Dios o que el servicio meteorológico se equivocó. Si algo estuvo mal, está claro que no fue el pronostico.

(*) Publicado el pasado 21 de junio en la Página de Ciencia de Página/12.

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