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Martes 17 de agosto de 2004

"A partir de cierto nivel de calidad toda literatura es grata y puede alimentarte"

Guillermo Martinez, Doctor en matemática y autor de la novela "Crímenes imperceptibles" ganadora del premio Planeta 2003, no cree demasiado que se puede hablar de una literatura Argentina, y entiende que el compromiso del escritor es intentar superar lo ya escrito para "proyectar ese piso, esa tradición, en algo novedoso".

El ida y vuelta con los lectores que se originó a partir del Premio ¿Te dispara ideas, o te condiciona a la hora de la producción?


Guillermo Martinez.

  Yo soy estricto con mis ideas. Es muy difícil que halla algo externo que modifique mi trabajo. Escribo muy lentamente, y tengo en carpeta lo que vendrá: una novela empezada, cuentos. Además siento un compromiso con los temas en los que he pensado durante mucho tiempo. La próxima novela va a ser la que iba a ser antes del premio. Pero lo que percibo es que hay una expectativa dirigida sobre mi obra, que hay obras de cierto tipo que se esperan de mí y quizá otras que no.

¿Te aturde esa situación?

  No es que aturda, pero posiblemente en el futuro defraude alguna de esas expectativas y quizá satisfaga otras. En general me tienen asociado con cierta combinación de filosofía y ciencia, y soy bastante más libre en mi creatividad de lo que suponen o esperan. Cuando escribo no tengo demasiado en cuenta a los lectores. Para mi escribir tiene que ver con esclarecer un problema, una visión. Es una lucha personal con uno mismo donde se es a la vez el lector, o el primer lector.

¿Y esto de esclarecer tiene que ver o esta emparentado con tu profesión o vocación de matemático?

  No sé. Tal vez se agudizó esa relación que yo tenía con la literatura a partir de esta deformación profesional que supone la práctica matemática. Pero siempre tuve ese modo, que creo es el de todo escritor. No puedo imaginar a uno que se pregunte en cada frase como será leído, o para que segmento del público está escribiendo. Me parece que uno tiene una idea y la desarrolla de la manera que resulte lo más cercano posible al ideal delo que le gusta. Se escribe de acuerdo a la forma de apreciar la literatura y en lucha también con las propias limitaciones. Muchas veces uno lo hace de cierta manera y admira otras, pero se da cuenta al cabo de un tiempo de cuales son sus fuertes. Por eso pienso que lo último que uno imagina es el lector, salvo en el momento en que estás por publicar.

Cuando trabajás ¿qué pasa con tu rol de lector, lo relegás, lo nutrís?

  En general leo en andariveles cercanos a lo que estoy escribiendo, en ese sentido sí uso esta mirada científica. Trato de ver que es lo que hay escrito antes en esos mismos registros. Creo que la literatura debería ser un intento de confrontación, una superación, en algún sentido, de lo que ya está escrito. Hay una frase muy famosa de Ernesto Sábato que dice que no hay en la literatura progreso, a diferencia de la Ciencia. Pero opino que si bien sería un poco absurdo definir una noción como la de progreso en las Letras, sí tiene que haber una especie de compromiso intelectual del autor en tratar de reconocer que es lo que se hizo antes en líneas similares y, de algún modo, proyectar ese piso,esa tradición, en algo novedoso.

¿Que sería, fusionarlo con lo propio?

  En cada caso la respuesta puede ser diferente. Yo hice una novela donde intento una recreación del mito fáustico en la Argentina contemporánea. Una segunda en la que vuelvo sobr el mito de Prometeo en el Buenos Aires actual. En cada caso el ángulo novedoso, o el intento, puede ser distinto, pero me parece importante mirar lo que está escrito.

¿No te asusta que te puedan acusar de pretencioso, sobre todo la crítica?

  Sí, pero lo opuesto puede ser la de ingenuidad. Si uno repite sin conocer lo anterior ocurre como en un libro que acabo de leer, "El afinador de pianos" de Daniel Mason, que a mi modo de ver repite el "Corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad sin darse cuenta. Es un balance delicado. Obviamente uno no puede estar en cada obra remontándose a todo lo hecho, pero sí tener algunas referencias a partir de las cuales crear. Por ejemplo cuando yo intento el género policial en esta última novela (Crímenes imperceptibles), tengo presente los antecedentes, incluso obras en donde se habla de series de asesinatos, y busco encontrar una vuelta de tuerca.

Tomar ese género también es un desafío, porque el argentino siempre tiene una especie de voz que resuena y que habla de policiales.

  En Argentina hay una tradición importante, pero creo que en la variante negra del género.

Sí claro, no tan inglés

  Así es, no tanto de intriga. Por eso también me pareció interesante u original lo que estaba intentando hacer.

Pensando en esto me remití un poco a el primer Rodolfo Walsh. Me vi tentado en asociar tu condición lógica con aquel personaje de las "Variaciones en rojo".

  Exactamente. Es uno de los pocos escritores que ha trabajado en las dos vertientes. Tiene una serie que hace recordar a "Los estudios en escarlata". Y luego Borges ha hecho algunos cuentos que tienen que ver con la novela de intriga. Quizás de algún modo "Rosaura a las diez" de Marco Denevi, pueda entrar en esta categoría. Pero no hay demasiados ejemplos de policial de intriga en el país.

¿Cómo convivís con las pretensiones de buscar la nueva literatura Argentina? ¿Te molesta ese tipo de encasillamiento?

  Hay una parte que uno no puede controlar, que es la repercusión y la lectura que tendrás. Acabo de recibir una tesis de un estudiante de Mar del Plata que ha hecho un análisis extraordinario de vinculación de mi novela con una serie de tradiciones, con la desconstrucción del policial, con la obra de Edgar Allan Poe, con cuentos de Borges. Por otro lado habrá quienes piensan que esta es una novela extranjerizante, y que no tiene ninguna cabida dentro del sistema literario argentino. Yo no me puedo hacer cargo de lo que a cada uno le gusta o puede opinar. Tampoco creo demasiado en lo que se llama la literatura Argentina, por que en ese sentido tengo una mirada científica que me dice que la literatura es una sola, y sobre todo en la Argentina donde la biblioteca del escritor es cosmopolita, y las tensiones en la creaciones literarias tienen que ver con referentes universales,y por supuesto también con locales. Es muy difícil pensar en sistemas en donde lo que uno escribe res! uena solamente con obras de acá. Son todas c stiones teóricas que están por afuera de la obra y no apuntan al misterio central que es si una novela está bien o no. Es un tema en el que los críticos se detienen un paso antes y no logran penetrar en el verdadero problema estético. Tienden,ya lo decía Susan Sontag y yo concuerdo, a sacar a la obra de su ser para vincularla a otros escritores, a otras obras, corrientes, o a consideraciones históricas. Falta prestar más atención a los procedimientos, más modestos, pero quizás más interesantes de lo que es la creación en sí.

Genuinos quizá.

  Sí, porque tiene que ver con lo que es el trabajo del escritor, con aquello a lo que uno dedica más tiempo. Esos son los elementos preciosos que muchas veces los críticos ni reparan porque están en una especie de mirada macroscópica de la obra con relación a otras, lugar desde donde pueden desarrollar su aparato racional académico.

Parecen que fueran lecturas rápidas...

  No, yo no se si exactamente rápidas. Porque pareciera que no ponen el cuerpo, no se conmueven. Me parece que falta el acento en la obra en sí, como se desenvuelve. Por eso cuando hago una reseña, - soy colaborador en la Nación-, trato siempre de ir más allá de las posibles alusiones a otros libros. Creo que el centro de la crítica está en el significado de lo que podía hacer el autor y lo que finalmente hizo. Me parece que es una manera más leal de proceder con el autor, en lugar de sumergir a la obra en un infinito de libros, donde prácticamente cualquier alusión es válida, y donde aparecen las conexiones más inverosímiles que se pueden realizar.

¿Cómo trabajás en lo cotidiano?

  Escribo mucho. Una tres horas por día todas las mañanas y adelanto muy lentamente. Trato de avanzar en un primer borrador en el que aparezcan todos los elementos de la novela, aunque sea de una manera balbuceante. Ese primer borrador es el que me lleva más tiempo. Y a partir de él empieza un período más feliz, donde puedo darle plasticidad a las escenas. Luego estudio todo lo referido a la transición entre una y otra. Me interesa que haya cierta fluidez, cierta música. Escribo como un cuentista y espero que mis novelas, aun si son muy largas, puedan leerse idealmente de una sola sentada, que halla un fluir único y que a la vez funcione como sistema de pensamiento.

¿Esta metodología es el resultado de un progreso desde que comenzaste o es ensayo y error?

  Hay una parte muy importante que tiene que ver con la práctica de escribir. Algunos días escribís dos líneas, otros media página, y a veces te asustas porque terminaste una página y media y empezás a desconfiar de lo prolífico que fuiste. En la medida que uno va escribiendo encuentra de a poco el tono, la soltura que se requiere, y las ideas nuevas. Y hay que tener una cierta lentitud para darle a la novela la posibilidad de que exprese todo lo que tenga para decir, pero a la vez esa lentitud no tiene que detener el fluir subterráneo de la obra. Y en esos momentos breves en que estas dos cosas se concilian uno tiene cierta felicidad en escribir.

Te escucho hablar y pienso en viajes. Hay como un movimiento.

  Indudablemente. Hay un cartel publicitario que dice que una travesía de mil millas empieza con un solo paso. Y algo de eso hay en la novela. Uno se intimida al principio, porque todo esto que es tan fácil pensar es muy difícil desarrollar y llevarlo del capítulo uno hasta el último. Mi práctica por lo menos, siempre fue línea por ínea, frase por frase. Escribo así, como una sumatoria de pequeños fragmentos. Y me interesa mante-nerlo de este modo, porque quiero que en cada uno de mis párrafos halla alguna idea. Esa también es una manera científica de aproximarse.

¿El cuento es la matriz?

  Sí por supuesto, incluso estoy escribiendo algunos. Además pienso que gran parte de la literatura argentina está en ellos. Tenemos una tradición muy feliz de cuento, que lamentablemente no llega a las librerías porque las editoriales consideran que no se vende. Me parece que en él se llega a una perfección e intensidad que es difícil alcanzar en las novelas, en las que lo interesante es que los personajes son mucho más fuertes. Quizá por eso mi género preferido es la nouvelle. Es la combinación de los fuertes de ambos campos. Tiene la unidad y la fuerza en la línea de suspenso de la trama que tiene el cuento y a la vez permite el desarrollo de los personajes, como la novela.

¿Tomás alternativamente los trabajos o empezás con uno, terminás, y recién seguís con otro?

  Trato de ir de a uno. La excepción fue "Crímenes imperceptibles" que lo realicé en el medio de otro proyecto. Es la primera vez que me ocurre.

Bueno, habrá que repensar en eso...

  Sí, quizá. En algún momento conocí a pintores y ellos trabajan con varios cuadros a la vez. Henry James también lo hacía. Pero en mi caso ya me resulta muy difícil sumergirme en un novela como para pensar en otra cosa.

¿Qué importancia tiene en vos la literatura Sajona?

  No sé. Pienso que a partir de Borges todos tenemos una preferencia estilística que tiene que ver con esa literatura. No en cuanto a la lectura constante de novelas inglesas, pero sí a cierta predilección por la sobriedad en vez de la exhuberancia, cierto pudor en el tratamiento de algunos temas, el estilo contenido, la relación con lo intelectual. Yo sigo a algunos escritores ingleses, pero no percibo que halla hoy en día una diferencia tan notoria entre la literatura inglesa y los buenos escritores norteamericanos o de otros países. A partir de cierto nivel de calidad toda literatura es grata y puede alimentarte.

¿Resignas mucho de lo producido antes de publicar?

  No, porque me cuesta escribir y me da lástima tirar. No soy de los que hacen incendios de páginas en los patios de sus casas. Sí podría hablar de una selección en lo que publico. De mi primer libro de cuentos de los dieciocho que lo formaban solo uno terminó en mi primer libro editado, "Infierno grande". Pero no soy de tirar novelas a la basura. Imaginate, a mí escribir "Crimenes imperceptibles" me costó dos años, más uno de corrección. Son tres años de mi vida, y lo pensaría dos veces antes de tirarlo.

Publicado originalmente en Reflexiones y Debates
http://www.reflexionesydebates.com.ar

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