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Lunes 13 de septiembre de 2004

Daniel Valencio y los orígenes del Paleomagnetismo en Argentina

"Con estos instrumentos caseros, desde un laboratorio modesto ubicado en la Manzana de las Luces, se dieron los argumentos pioneros que derrumbaron un paradigma de la geología" apunta Juan Francisco Vilas, orgulloso de los viejos equipos de paleomagnetismo que forman parte de la historia del Instituto de Geofísica "Daniel Valencio" (INGEODAV), ubicado en el Departamento de Geología de la FCEyN.

Por Carlos Borches (*)


Daniel Valencio.

  Actualmente, Vilas dirige el INGEODAV y en reconocimiento de su destacada labor académica fue incorporado a la conducción del máximo órgano internacional de su especialidad, la Unión Internacional de Geodesia y Geofísica, distinción alcanzada por primera vez por un argentino.

  La historia del Paleomagnetismo en nuestro país esta ubicada en el centro de los principales acontecimientos del paleomagnetismo mundial y de lo que fue una batalla académica que derribó definitivamente, hacia fines de la década del sesenta, el paradigma fijista que postulaba la inmovilidad de los continentes a lo largo de los tiempos geológicos, y esa es por cierto la historia de Juan Francisco Vilas y quien fuera su mentor y maestro, Daniel Valencio.

  Nacido en 1928, Daniel Valencio estudió ingeniería aeronáutica en la Universidad de La Plata pero al ingresar a YPF, en 1953, su vida profesional tomó otro rumbo. "Valencio se incorporó en el área de prospección de hidrocarburos sin tener conocimientos de geología, pero en las tareas de campo, manejando equipos de sísmica, gravimetría y magnetometría, aprendió los rudimentos para luego perfeccionar los sistemas de monitoreo e incluso llegar a Jefe del Departamento de Prospección" comenta con admiración Vilas, pero agrega "cuando (Arturo) Frondizi llega al gobierno, en 1958, YPF recibe un duro golpe con la firma de los contratos petroleros. El gobierno liquida una serie de áreas de investigación y Valencio también debe abandonar, junto con otros profesionales, la empresa del Estado".

  Mientras en Argentina se producían acalorados debates en torno a la política petrolera de Frandizi, Valencio decide responder al llamado de un argentino comprometido en la construcción de un nuevo modelo de sociedad. Se trataba de Ernesto "Che" Guevara, quien acompañando a Fidel Castro habían asumido el control de la isla de Cuba despertando el asombro y la admiración en todos los rincones del planeta.

  A cargo del Departamento de Industrias, y luego del Ministerio de Industrias, el "Che" pretendió sacar a Cuba de los límites del monocultivo del azúcar explorando nuevas áreas de producción. En ese contexto, se crea el Instituto del Petróleo y se convoca a ciudadanos de Latinoamérica a lanzarse en búsqueda de un producto vital para asegurar la soberanía política de Cuba.

  "En ese momento Valencio tenía dos nenas muy pequeñas y con toda su familia se va a trabajar como líder del proyecto geofísico de prospección de petróleo en la isla -relata Vilas- . Organiza e inicia la exploración petrolera en Cuba adapta equipos para hacer relevamientos magnéticos y gravimétricos y, cuando la relación entre Cuba y los Estados Unidos empeora, viaja a la Unión Soviética a buscar instrumentos de sismología para iniciar la segunda fase de sus exploraciones".

  Antes de su primer viaje oficial a la URSS, durante los primeros días de 1961, un esperanzado Che Guevara proclamaba "hemos encontrado algunas pequeñas reservas de petróleo cerca del Jatibónico y otra cerca de La Habana, pero aun son cantidades que no llegan al 1% del consumo nacional".

  "Recuerdo que Valencio contaba que 1961 fue un año cargado de preocupaciones para él. Por un lado el ataque a Bahía de los Cochinos lo había dejado con mucho temor por la seguridad de su esposa e hijas, pero por otra parte, él no veía con buenos ojos la creciente dependencia que Cuba iba tomando de los soviéticos", relata Vilas.

  Mientras tanto, en la UBA se vivía un clima que Vilas recuerda con emoción. "Desde 1958 hasta 1966 la UBA vivió su belle epoc, una descomunal explosión de intelectuales que generaron un clima de intensa actividad y apertura a nuevas ideas bajo el rectorado de Rizieri Frondizi, el decanato de Rolando García y la dirección del Departamento de Geología del Dr. Félix González Bonorino , para mi, figura señera de la geología argentina del siglo XX".

  En ese suelo adecuadamente abonado, Bonorino decide lanzar un área de Geofísica y prospección en su Departamento. La idea respondía a las nuevas corrientes que se impulsaban desde Newcastle Upon Tyne (Gran Bretaña), un centro donde estaba trabajando el grupo fundador del paleomagnetismo.

  "Bonorino era una persona con muchas inquietudes, de una profunda comprensión de los fenómenos geológicos, y cuando conoce a Ken Creer, un geofísico inglés miembro del grupo fundador de Newcastle que visitaba por primera vez la Argentina, empieza a madurar la idea de que la Facultad no quedara al margen de las nuevas corrientes que se estaban gestando y hace un llamado a concurso para inaugurar el área de la geofísica" explica Vilas.

  Por los circuitos académicos la noticia llega a Cuba y Valencio decide emprender el regreso. "En 1962 ya estaba instalado en la UBA luego de ganar el concurso y comienza a desarrollar toda la enseñanza de la prospección geofísica para geólogos. Un trabajo formidable teniendo en cuenta que en ese momento los geólogos no tenían un soporte físico matemático suficientemente sólido", comenta Vilas acercándose al momento que lo involucra como protagonista de esta nueva etapa.

  "En 1964 yo estaba terminando mi carrera en el Departamento de Física y le pedí al legendario Juan José "Bocha" Giambiagi que me orientara en mi elección de director de tesis. En el Departamento de Física había talentosísimos físicos teóricos, pero yo quería hacer algo más aplicado y el "Bocha" me sugirió que viese a Carlos Varsarsky, que estaba montando el Instituto de Radioastronomía, o a un tal Valencio ´que anda con unas ideas novedosas en geofísica´. Por esa época Valencio ya había consolidado la enseñanza de la geofísica e impulsado por Bonorino empezaba a delinear unos proyectos de investigación", relata Vilas recordando su primer encuentro con su futuro maestro. "Cuando lo fui a ver estaba con Creer y me contaron la teoría de la deriva continental; que había habido en cierta época de la historia del planeta, un supercontinente que se desmembró. Me enteré que una parte importante la comunidad geológica sostenía postulados fijistas en oposición al movimiento de los continentes y que la física, mediante el análisis del ferromagnetismo original que se formaba en algunas rocas, podía avalar las tesis movilistas. Yo salí fascinado, no conocía absolutamente nada del tema, ni nada de geología, pero Valencio y Creer me cautivaron con sus proyectos".

  Con su flamante tesista, en un par de cuartos vacíos que Bonorino le había conseguido en la terraza del viejo edificio de Exactas, en la Manzana de las Luces, Valencio y Vilas se lanzaron a la construcción del instrumental que les permitiera leer las huellas digitales que el magnetismo terrestre le imprimía a las rocas, pero con la culminación de los preparativos sobrevino el derrumbe de la universidad autónoma con la fatídica Noche de los Bastones Largos. "Fue una autentica hecatombe -rememora Vilas- la destrucción de una universidad plagada de intelectuales brillantes, de un entusiasmo contagioso. Ante el avasallamiento, la mayor parte de los profesores y jóvenes investigadores presentaron su renuncia. Creer nos invitaba a que nos fuésemos para New Castle. Discutimos mucho con Valencio qué hacer. Habíamos llegado al momento de poner en práctica todo lo desarrollado. Y decidimos quedarnos".

  Probablemente se inicia para Valencio una etapa de su vida marcada por las tensiones entre su trabajo académico y una marcada hostilidad de las autoridades del Departamento. "Luego de la Noche de los Bastones Largos viajé a Puerto Deseado (Pcia de Santa Creuz) a mi primera campaña. Valencio había trazado el plan de buscar la separación de África de América del sur en Argentina a fines del Jurásico y de aquella campaña acumulamos un conjunto de evidencias que nos permitieron publicar dos artículos en Nature de gran impacto en la comunidad de geofísicos. De hecho con observaciones mucho mas minuciosas de la década del setenta se comprobó las tesis originales de nuestros trabajos en Nature".

  Una disciplina novedosa, el paleomagnetismo, que se encontraba en la frontera misma de la lucha contra el paradigma dominante de las concepciones fijistas en la geología tenía, en la terraza del viejo edificio de Perú y Alsina a su vanguardia sudamericana. Pero las autoridades de la Facultad, en tiempos de la dictadura de Onganía, no veían con simpatía a sus paleomagnetistas. "Había una mezcla de celos profesionales, en todo el departamento no había investigadores con publicaciones internacionales de ese calibre, e irritación por la molestia que producía ese profesor que seguía usando en sus clases, como modelo de trabajo de campo, sus mapas de la isla de Cuba, y que no ahorraba, de tanto en tanto, recuerdos sobre el Che y la revolución cubana", acota Vilas.

  En 1970 llegaría la consagración de Valencio. El laboratorio había continuado creciendo, y el recién inaugurado Teatro San Martín recibía a especialistas de todo el mundo para la reunión conjunta de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS) y la Unión Internacional de Geodestas yGeofísicos (IUGG).

  "Cada diez años, la IUGG y la IUGS se reunían para discutir un proyecto conjunto para la década. Durante los años sesenta ese proyecto fue la perforación del manto superior terrestre, una experiencia de base conceptual fijista, y en Buenos Aires se discutiría el proyecto de la década de los setenta. En el San Martín estaban los más encumbrados fijistas y también los fanáticos de la deriva continental y de la insipiente tectónica global", recuerda Vilas puntualizando que, como señal de los nuevos tiempos de la disciplina, "se aprobó un proyecto de geodinámica, un proyecto moderno, novedoso, donde se conciben los grandes movimientos horizontales y a los océanos como consecuencia del movimiento de separación entre dos placas continentales".

  Como era de esperar, el laboratorio original seguía en la terraza del viejo edificio de la calle Perú y asombró a los máximos exponentes de la especialidad que visitaron sus modestas instalaciones, pero el peso de los trabajos de la activa dupla de geofísicos de Exactas persuadieron a los miembros de la IUGG de lanzar, desde la UBA, un polo de desarrollo del paleomagnetismo en America Latina que adquirió mucha importancia en las Universidad de San Pablo (Brasil) y en la Universidad Autónoma de México.

  Hoy continúan las exploraciones petroleras en Cuba, Argentina ya no participa, pero si lo hacen las empresas petroleras de México, Brasil y Repsol, cuyas expertos fueron formados en aquellos trabajos pioneros en Latinoamérica de Daniel Valencio.


(*) Programa de Museo e Historia de la Ciencia - FCEyN.

 

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