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Viernes 28 de marzo de 2003

Los papers junto al cartón

Exactas se sumó a una acción solidaria nacida en un vagón del "Tren Blanco". Jorge Iglesias, compañero del matemático Joos Heintz en la Asamblea de Palermo Viejo, nos cuenta el final (¿o el comienzo?) de esta historia.

Por Jorge Iglesias
(jorgeigle2002@yahoo.com.ar)

  "El poder identifica valor y precio. Dime cuanto pagan por ti y te diré cuanto vales. Pero hay valores que están mas alto que cualquier cotización. No hay quién los compre, porque no están en venta. Están fuera del mercado, y por eso han sobrevivido", señaló Eduardo Galeano en su discurso en el Foro Social Mundial.
¿De qué valores hablaba? Lo dijo enseguida cuando, con el título "defendernos juntos y compartir la comida", ejemplificó esos valores con el viaje que hicieron los Cartoneros del Tren Blanco y dos Asambleas llevando comida a Tucumán.

  Los "valores" que llevaron en el viaje, no nacieron de la nada. Empezaron en Buenos Aires, hicieron escala en Tucumán y, por ahora, recalaron en el Foro de Porto Alegre. Pero ¿cómo empezaron?

  La iniciativa surgió a partir de un pedido de la cartonera Isabel Zerda, oriunda de Tucumán, quien les contó a sus compañeros del Tren Blanco que el comedor "Conejitos Felices", del barrio Juan Pablo II de la ciudad capital de esa provincia, necesitaba ayuda. La respuesta no se hizo esperar: "Juntemos mercadería en las estaciones", dijo Lidia Quinteros, delegada del Tren Blanco y también tucumana. A partir de ese momento, se lanzó una maquinaria solidaria. La delegada de los cartoneros se contactó con las asambleas vecinales de Colegiales y Palermo Viejo, y las convocó a sumarse a la campaña.

  Que los cartoneros elijan como compañeros de ruta a las Asambleas, no es casual. Es que, la relación cartoneros con asambleístas de esos dos barrios porteños viene de larga data. Primero, fue el apoyo de los vecinos en el reclamo de los recolectores informales de residuos por la reapertura de la estación Carranza, que había sido cerrada por la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA) para las formaciones del Tren Blanco. Esa decisión unilateral obligaba a los cartoneros a trasladarse con sus carretas cargadas, por más de veinte cuadras, hasta la estación siguiente, Colegiales, para poder subir al tren que los llevase de regreso a José León Suárez.

  El Tren Blanco es una formación especial sin asientos que, desde hace dos años, diariamente traslada a cerca de 800 cartoneros desde José León Suárez a Retiro y, a última hora de la noche, los lleva de regreso desde la Capital con sus carretas cargadas -cada vez menos-. Los recolectores informales de residuos deben pagar un abono quincenal de 12,50 pesos por el servicio que presta TBA.

  Con posterioridad, asambleístas y cartoneros organizaron en forma conjunta un festival solidario para recolectar fondos para una campaña de vacunación gratuita contra el tétanos. El recital, que fue un éxito, se hizo denunciando la inacción del Estado en materia sanitaria. Al enterarse, y para poner paños fríos a la denuncia, la Secretaría de Salud porteña ofreció las vacunas y los vacunadores. Los asambleístas, por su parte, se ocuparon de la campaña de difusión barrial y de la concientización. Los fondos recolectados en el festival tuvieron otro destino igualmente prioritario: fueron derivados a la guardería de José León Suárez donde las cartoneras del Tren Blanco dejan sus hijos pequeños cuando viajan hasta Capital para recolectar papeles y cartones.

La UBA está madura

  Pero no sólo las asambleas se sumaron a la colecta de alimentos, ropa y medicamentos para llevar a Tucumán. También lo hizo la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, gracias a una propuesta que llevó el profesor Joos Heintz, miembro de la Asamblea de Palermo Viejo, a la comunidad científica.

  De este contacto, que contó con el apoyo del decano de esa casa de estudios, Pablo Jacovkis, surgió un encuentro bajo la consigna "Los papers junto al cartón", y del que participaron científicos, docentes, estudiantes, académicos, asambleístas y cartoneros. "Debemos abrir la facultad a los problemas de los cartoneros. Nuestros saberes deben servir para solucionarlos", dijo Heintz en esa oportunidad durante el acto realizado en Exactas. También el Centro de Estudiantes de esta Facultad se sumó a la campaña y organizó la colecta que juntó más de 100 kilos de mercadería.

  Como toda lucha, la que hicieron contra los trenes para que se reabriera la estación Carranza, habilitó nuevos horizontes. Al momento de solucionar el traslado de la mercadería hacia Tucumán, fue una de las cartoneras quién se dio cuenta: "Veamos a TBA -la empresa de trenes- para que ella gestione la carga y los pasajes", dijo Lidia Quinteros.

  La idea dio sus frutos y TBA y NOA Ferrocarriles se sumaron para realizar el traslado. El viaje fue un éxito.

La solidaridad es un ida y vuelta

  Nunca mejor que este caso para mostrar que la solidaridad es un ida y vuelta. Más cuando está gestada en la lucha. Este viaje a Tucumán llevó algo más que alimentos: "No solo eso, llevamos una forma horizontal de hacer política", dijeron los asambleístas.

  Y esa forma de hacer política tentó a los tucumanos. "Quiero saber cómo funcionan las Asambleas", dijo Gabriel Zelarrayán del Comedor y se largó, junto con Laura Igarzabal, su esposa, Isabel Zerda, Héctor Luna y tres niños, hacia la Capital Federal.

  "Esta visita a Buenos Aires les mostró cómo realizamos todo. Con solidaridad en la lucha y sin ningún tipo de banderías partidarias", dijo Lidia Quinteros.

  Los cinco días que permanecieron los tucumanos en la Capital sirvieron también para que visitas en una de las mas de 100 fábricas recuperadas. Fueron a Grissinopoli. Allí, los ojos de Zelarrayán lo decían todo: "parece mentira los obreros manejando todo y, además, apoyando a otras fábricas". Seguramente estaría pensando en los muchos ingenios de su provincia natal. También, comenzaba entrar en su piel otra manera de enfrentar el feudalismo habitual en su provincia.

"Valores sin precio"

  Los tucumanos regresaron. Pero, como se dijo, los "valores..." repicaron en Porto Alegre.

  Paradojas del destino. Al mismo tiempo que cartoneros y asambleístas viajaban con su carga hacia Tucumán, partía, con el mismo destino pero en avión, Hilda Chiche Duhalde. Iba con una misión: "operativo rescate" lo llamaron. Pero, en realidad ¿cual era su cometido? hacer paternalismo. Es decir, dar asistencia desde arriba para que la relación social -uno a uno-, siga soldada, cristalizada. ¿Qué es lo que se suelda? Una relación de amor y odio. Amor con forma de mercaderías, de dádivas. Odio con forma de política. Sí, de la política que ejercen estos gobernantes -la Chiche inclusive pese a la pompa del viaje- y que no hace mas que producir los mismos pobres que dicen ayudar.

  Ahora, el tren de cartoneros y asambleístas ¿qué llevaba? Alimentos... ¿solo eso? Acaso, esa unión -extraña en estos tiempos de negar al otro encerrándose en los ghetos llamados countries-, entre los que, en apariencia, nada tienen y la clase media ¿no llevó el valor de lo primario? El valor de unirse contra las fuerzas de la naturaleza para lograr el alimento y defenderse del poderoso.

  Justamente, esa unión entre pares para satisfacer lo primario es anterior a la delegación de fuerzas en otro -padre, patrón,..Estado-. Delegación de la que nace, y usufructúa, el paternalismo -de la Chiche-. Delegación que sirve para que, con la forma de dominación a que lleva, se conforme una de las vías para la expropiación.

  Expropiación ¿de qué? justamente de las fuerzas que surgen de la unión entre pares, de las fuerzas que tienen "los que -en apariencia- nada tienen". De los que solo tienen sus fuerzas.

  Expropiación que es naturalizada en la relación uno a uno con el "superior". Así, montada sobre ésta, se llega a la naturalización de la expropiación por el capital -el patrón-. Es decir, se naturaliza la forma mercancía. Inclusive para ellos mismos, los hombres. Se valida que se aprecie el precio frente al valor.

  Es decir, frente a todo esto, como dijo Galeano, el tren de cartoneros y asambleístas llevó a Tucumán algo muy subversivo. Llevó "valores que no tienen precio".

 

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