A la página principal

puntitogris.gif (801 bytes)

Opinión        Libros y Revistas         Agenda        Documentos

puntitogris.gif (801 bytes)

PUBLICACIONES

Breviario

Cable Semanal

Educyt

Exactamente

Lista Exactas

MicroSemanario

Buscador
powered by FreeFind


Búsqueda Local
Búsqueda Web

Jueves 4 de septiembre de 2003

Arte & Ciencia
Una escultura biológica dinámica en escena

Somos nuestro cerebro. Ensayo de divulgación científica, es una innovadora obra de teatro que se presenta en el Centro Cultural Ricardo Rojas. En este "show de divulgación científica", dos actrices y un actor son los guías turísticos encargados de mostrar algunas zonas de ese inconmensurable universo neuronal que es nuestro cerebro.

Por Verónica Engler (*)

  La mujer, con una cabellera exuberante de rulos rojizos, escucha compungida el diagnóstico que el médico le espeta parapetado tras su escritorio. Así, el galeno le va enumerando los órganos que no funcionan adecuadamente en su cuerpo y en cada caso -hígado, corazón- le pregunta a la dama si acepta ser transplantada. La respuesta es sucesivamente positiva hasta llegar al cerebro. "¿Acepta reemplazar su cerebro por otro para seguir viviendo?", interroga el médico y ella se queda tiesa mirando al público desde la pantalla en la que es proyectada esta situación.

  Esta escena inicial de Somos nuestro cerebro. Ensayo de divulgación científica -obra de teatro que se presenta en el Centro Cultural Ricardo Rojas (Buenos Aires)- deja caer elípticamente la afirmación que le dio título a este experimento escénico ideado por el médico psiquiatra Sergio Strejilevich y las actrices y directoras de la obra Rosario Bléfari y Susana Pampín.

  El viaje por el cerebro que se propone es una deriva artística cuya brújula está orientada por los conceptos más novedosos provenientes de las neurociencias y las teorías del conocimiento. El esquema de la obra es el de un contrapunteo entre una clase magistral sobre el tema y las charlas espontáneas que podrían suscitarse entre amigos curiosos. Entre esos dos extremos esta pieza teatral propone un recorrido multimedial por el universo de diez billones de neuronas que conforman esa "escultura biológica dinámica" que es nuestro cerebro -así es definido en la obra, debido a los cambios permanentes que cada experiencia imprime en este órgano-. Mediante animaciones computarizadas, música, videos y juego de luces y sombras, los tres personajes protagónicos (Bléfari, Pampín y Hernán Bongiorno), llevan al público de paseo a través de un paisaje emotivo generado a partir de diferentes conceptos científicos -sinapsis, neuroplasticidad, neurodesarrollo, conciencia-, y de las remisiones poéticas de los mismos -con textos de Virginia Woolf, Oscar Wilde, Olga Orozco e Igor Stravinsky-.

  "La lectura de divulgación científica siempre me inspiró mucho", reconoce la artista multifacética Rosario Bléfari (es actriz -se la pudo ver en cine hace unos años en el protagónico de esa película extrañamente bella titulada "Silvia Prieto"-, artista plástica, dramaturga, escritora y música -ex cantante del grupo Suárez-).

  "En realidad esta obra es parte de un proyecto más grande, que es ir tratando otros temas científicos, seguir probando llevándolos a un formato teatral -anticipa Bléfari-. Esto no quiere decir que la próxima obra mantenga los mismos personajes o la misma forma escénica que esta. La idea es entregarnos a cada tema para ver qué formas nos propone".

  El proceso que llevó a la producción del texto de "Somos..." y la puesta en escena de la obra, fue una trabajo de investigación y reflexión que duró varios años. De alguna manera, las directoras querían llegar a crear una especie de ideograma en el que forma y contenido se imbricaran. "Después de mucho dar vueltas para poder llegar a ponerla en escena, una de las imágenes a las que llegamos es que la obra fuera como estar adentro de un cerebro", cuenta Bléfari y Pampín (actriz, dramaturga y escritora) completa la idea: "El hecho de que Rosario y yo dirigiéramos a la vez que actuáramos también hacía que pudiéramos plantearnos "no hay un director, una mente que es una conciencia", sino que nosotras mismas lo vamos a ir haciendo y el espectáculo también se da como una escultura biológica dinámica".

¿Ser o no ser?... esa es la cuestión

  En el transcurso de esta visita guiada a través de las neuronas se explican, por ejemplo, los procesos biológicos involucrados en la elaboración de un duelo, el funcionamiento de la memoria y la aparición de sensaciones y emociones.

  Pero si todos estos fenómenos que se dan en la relación entre el ser humano y el mundo hacen que las personas sean tales, entonces ¿somos nuestro cerebro? "Sí", responde enfático Strejilevivh. "Pero habría que explicar qué se está intentando definir con cerebro. En el texto pusimos cerebro como una palabra de fácil acceso, concreta, para escribir sobre algo bastante más complejo que es nuestro organismo. Estamos queriendo decir somos nuestro organismo, somos un ser orgánico". Con esta definición, el psiquiatra no pretende referirse a una mera resultante de la replicación genética, sino a un caso particular, dentro de la evolución cerebral de las especies animales, que ha podido desarrollar un elemento que lo caracteriza: el lenguaje.

  Para Strejilevich decir "somos nuestro cerebro" es una opción ética a la hora de enfrentar su labor diaria con los pacientes. "Yo hago investigación clínica, soy médico, toda mi investigación está orientada éticamente a resolver problemas de salud en la gente, tiene un objetivo. Así que pensar "somos nuestro cerebro", a mí me permite una orientación ética a la luz de las coordenadas técnicas y culturales en las cuales estamos viviendo".

  Más allá de la permanente redefinición sobre lo que son los fenómenos de la salud y la enfermedad, el trabajo que realiza Strejilevich lo pone ante una problemática específica: tener una tecnología médica que está en disonancia con la cosmovisión de la mayoría de los sujetos que la utilizan. "La psiquiatría trata muchas enfermedades que están relacionadas con el estado de sí mismo de las personas. Es decir, las personas tienen trastornos en el estado anímico, aberraciones en su campo perceptivo o en su conciencia. Y tenemos herramientas poderosísimas para aliviarlos, pero muchas veces las personas dicen: "la verdad es que estoy mejor, pero ¿una pastilla puede hacer esto en mi? ¿qué soy yo si tomar diariamente un mineral, como el carbonato de litio (la sustancia que toman las personas que sufren trastorno bipolar), puede cambiar mi forma de ser?" Eso produce un quiebre subjetivo, un rechazo, porque creo que en este momento el avance de la tecnología es mucho más rápido que la difusión de las ideas que acompañan a esta tecnología".

  La pregunta por la naturaleza y el funcionamiento del cerebro ha sido un interrogante filosófico y científico desde la época de Platón y Aristóteles, pasando por Descartes, quien fue el que estableció más claramente el binarismo cuerpo/mente a través de su distinción entre res extensa y res cogitans. La dicotomía cartesiana supone la existencia de un cerebro material que contiene una mente inmaterial en donde se encuentra el yo.

  Pero en el siglo XX, con los aportes de las neurociencias, la dicotomía sobre la que la racionalidad iluminada de Occidente pensó a los seres humanos se vio debilitada. "Hay más espacio en los modelos de las neurociencias para todas las desavenencias del ser que en un modelo cartesiano simple", opina el psiquiatra y aclara: "Hay una disociación entre el modo en que yo empleo tecnologías y el modo en que las personas que reciben esas tecnologías están paradas filosóficamente. Las tecnologías que se están aplicando de forma masiva, desde el punto de vista médico, son post-cartesianas y el sustrato teórico es claramente neurobiológico. El que está fabricando la tecnología está pensando en un cerebro que es productor de emociones, conceptos e ideas, y el que la recibe piensa que es un alma bella".

  La combinación entre el universo artístico y el científico -otra dicotomía planteada en Occidente que sería interesante desbrozar-, que propone "Somos..." parece ser una puerta de entrada válida a las problemáticas que plantea el universo tecno-científico en el que transcurre nuestra cotidianeidad. "La gente tiene el derecho a estar informada, porque se trata de temas demasiado importantes como para que se discutan sólo en el ámbito de la ciencia. Entonces, me parece bueno traducir estos temas a la mayor cantidad de idiomas posibles", afirma Strejilevich.

Somos nuestro cerebro. Ensayo de divulgación científica.

Sala Cancha del Centro Cultural Rojas, Corrientes 2038 (Buenos Aires).
Jueves 18 y 25 de septiembre a las 21 y jueves 2, 9 y 16 de octubre a las 22.
Entrada: $3.

(*) Centro de Divulgación Científica - SEGBE - FCEyN.

 

NOTICIAS | BREVIARIOS | CABLE SEMANAL | EDUCYT | EXACTAMENTE | LISTA EXACTAS
MICROSEMANARIO | OPINION | AGENDA | LIBROS Y REVISTAS | DOCUMENTOS