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Lunes 28 de octubre de 2002

La capa de ozono muestra peculiaridades
Radiografía del agujero de ozono

Este año es menos extenso en relación con el 2001. Esta capa de la atmósfera -que protege a los seres vivos de los rayos ultravioletas- muestra en el Cono Sur niveles iguales o superiores a los valores medios de la última década. Este cambio responde a una variabilidad climática y no se puede inferir una recuperación de este vital gas que envuelve el planeta, según un estudio de la Universidad de Buenos Aires.

Por Cecilia Draghi (*)

  ¿Cómo se halla la capa de la atmósfera que protege a los seres vivos de los rayos ultravioletas y que en primavera adelgaza tanto hasta desaparecer en algunas regiones del Hemisferio Sur? "El agujero de ozono 2002 muestra algunas peculiaridades respecto de años anteriores. Tiene menor extensión, pero es tan profundo como en eventos pasados. Todo parece indicar que su tamaño será reducido y quizás finalice antes de fin de noviembre si continúa con este comportamiento", anticipa Pablo Canziani, investigador del Conicet y coordinador nacional de investigación para la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono.

  Desde fines de agosto se abre en general sobre la Antártida un "agujero" de ozono tan extenso como Estados Unidos, que se cierra hacia principios de diciembre. "Este año la extensión es hasta ahora de sólo 11 millones de kilómetros cuadrados, frente a los 25 millones de 2001, y menos importante aún que el récord de 2000 cuando alcanzó a 30 millones de km2 en igual fecha (algo así como la superficie de Africa)", compara este especialista que dirige el Grupo de Atmósfera Media de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEyN-UBA).

  Con satélites en el espacio y con mediciones desde la tierra, los científicos monitorean el estado de este gas azulado y olor intenso que envuelve al planeta a partir de unos 15 kilómetros por encima de nuestras cabezas. "Sobre el Cono Sur se han detectado mayores niveles de ozono que otros años. Esto no quiere decir que mejore el problema -advierte- sino que responde a variables climáticas. Por lo tanto, no se puede inferir que la capa se esté recuperando".

  Crucial para la vida en la Tierra, este compuesto formado por tres átomos de oxígeno se halla a sus anchas en la estratósfera. Allá arriba se desparrama entre los 15 y 50 kilómetros de altura. Si se lo comprimiera a la presión de la superficie, su espesor no superaría los tres milímetros. Sin embargo, este frágil escudo filtra rayos ultravioletas dañinos para el medio ambiente y la salud. ¿Un ejemplo? El aumento de este tipo de radiación puede provocar incremento de cáncer de piel o trastornos oculares como ceguera, entre otros. Paradójicamente, si de lejos protege a los mortales de no pocos males, de cerca resultaría tóxico y hasta letal con sólo aspirar pequeñas dosis.

De tiempos y cambios

  "Si bien este año el agujero es más reducido en tamaño, la carga de cloro en la atmósfera es tal que la destrucción del ozono sigue siendo máxima", subraya el especialista. Ciertos productos químicos llamados clorofluorocarbonos o CFC, usados durante largo tiempo como refrigerantes y propelentes en aerosol -entre otros-, al ascender a la atmósfera resultan una amenaza para el ozono. Y en algunos lugares este gas es más vulnerable que en otros. En el Polo sur las bajas temperaturas junto con otros factores generan reacciones devastadoras. Si una molécula de cloro destruye comúnmente mil moléculas de ozono, en la Antártida las moléculas afectadas superan el millón, según precisa.

  En ese continente austral, los científicos detectaron una pérdida periódica de ozono en la década del '70, y a mediados de los 80 descubrieron el "primer agujero". Esto impulsó a la Convención de las Naciones Unidas, conocida como Convención de Viena y Protocolo de Montreal, a tomar medidas para eliminar gradualmente los CFC. Precisamente, Canziani, doctor en física, fue designado coordinador científico por Argentina ante este acuerdo, y es quien detalla los cambios registrados en las últimas décadas. "En los '80 se registró la caída más brusca de los niveles de ozono en la parte habitada del hemisferio sur, entre los 30 y 60 grados latitud sur, es decir desde Córdoba hacia toda la Patagonia", describe y a renglón seguido agrega:
"En los 90 se estabilizó en algunos lugares y en otros, como en el Atlántico Sur, se intensificó la destrucción de ozono. Actualmente sigue cayendo, pero no tan abruptamente como en los 80. Esto no quiere decir que no pueda empeorar la situación"
.

  En medio de estos registros también sumaron ópticas ante este fenómeno a lo largo de estos años. "Tiempo atrás se suponía que al comprender los procesos químicos estaba todo resuelto. Si eliminábamos los famosos CFC, se solucionaría el problema, y en el 2050 o 2070 a más tardar no tendríamos más agujero", recuerda. Sin embargo sucedieron hechos llamativos. Uno de ellos fue que el cloro saturó la estratósfera en 1997, cuando según cálculos -indicó- debía hacerlo en el 2005 ó 2007. "En los últimos años, los estudios, especialmente europeos, indican que la variabilidad de la circulación atmosférica y el cambio climático pueden afectar la capa de ozono", precisa, sin dejar de remarcar: "Sin duda, el cloro destruye el ozono, pero no se sabe a ciencia cierta qué modula la magnitud de la destrucción. Algunos sugieren que, sobre todo, influye el factor meteorológico. Debemos seguir investigando".

  En este sentido, desde el departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de FCEyN-UBA, Canziani muestra la niña mimada: una ¨supercomputadora" que permitirá procesar gran cantidad de datos provenientes de satélites y realizar modelos de dinámica aplicada, de modo de desarrollar capacidad predictiva en esta materia.

De radiaciones y lugares

"En la Antártida, aún en la peor época del agujero de ozono, la radiación ultravioleta es equivalente a la que se registra en el norte de Argentina o sur de Brasil durante el verano", indica Pablo Canziani. Al evaluar las zonas de mayor peligro no sólo se tiene en cuenta la distribución del ozono sino también su ubicación con respecto al sol. En este sentido y contra la habitual creencia, el especialista asegura: "La ciudad de Buenos Aires tiene habitualmente más radiación que Ushuaia, y menos que la Puna, una de las regiones más afectadas del país por ubicarse a mayor altura y más cercana al trópico", puntualiza. A diario el Servicio Meteorológico Nacional brinda un pronóstico de intensidad de Radiación Ultravioleta con sólo ingresar a www.meteofa.mil.ar
 


En red

Desde el departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de FCEyN-UBA, el doctor Pablo Canziani tiene la responsabilidad de coordinar las investigaciones nacionales sobre la Capa de Ozono, actividades de las que participan el Servicio Meteorológico Nacional-Red Nacional Ultravioleta-CITEFA-Grupo de Ultravioleta del Instituto de Física de Rosario, el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CONICET), el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (UBA/CONICET), Universidad Nacional de San Luis.
 

Ozono mío

La capa de ozono no estuvo siempre recubriendo la Tierra. La atmósfera original del planeta era de amoníaco y metano, es decir intolerable para cualquier ser que quisiera asomar sus narices por la superficie. Sumergidos en el agua los primeros organismos estaban protegidos en líquido por ese entonces. "En el océano, la vida emitía oxígeno como un contaminante. Este "desecho" con el paso del tiempo conformó el 21 por ciento de la composición de la atmósfera que combinado con la radiación ultravioleta formó la capa de ozono. De esta manera, los seres vivos pudieron salir del agua y conquistar tierra firme. En otras palabras, la capa de ozono es un filtro que permitió la vida en la superficie", remarca Pablo Canziani.
 

(*) Centro de Divulgación Científica - SEGBE - FCEyN.


Mapa de ozono tomada el 9 de septiembre de 2002. Como referencia, medidas menores a 220 unidades Dobson se consideran agujero de ozono. Por el contrario, a mayor cantidad de unidades Dobson, mayor concentracion de ozono en la zona.


Dosis de radiación ultravioleta registrada el 9 de septiembre de 2002 en todo el mundo.
Las referencias indican la cantidad de energía por metro cuadrado. De acuerdo a la tabla de referencia, los colores de la mitad hacia la derecha son dosis intensas a peligrosas (zonas en rojo, amarillo y violeta). El color naranja es la radiación UV que normalmente existe a principios del verano en Buenos Aires.

 

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