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5 de diciembre de 2001

Entrevista a Nicolás Babini
¿Para qué sirve la historia de la ciencia?
(Por Diego Hurtado de Mendoza, Universidad de San Martín)

  Saber y Tiempo es la única publicación periódica en el país dedicada exclusivamente a la historia de la ciencia, con particular énfasis en temas relacionados con la ciencia en la Argentina y latinoamerica. En ocasión de la reciente aparcición del número 12 de Saber y Tiempo -que marca los primeros cinco años de existencia de esta publicación-, conversamos con su director, el arquitecto Nicolás Babini, hijo de José Babini, el primer historiador profesional de la ciencia en el país y autor de Historia de la ciencia en la Argentina.

¿Cuál es su motivación para dirigir una publicación dedicada a la historia de la ciencia?

  Lo que me motivó a poner en marcha Saber y Tiempo fue la falta de una publicacion dedicada especificamente a la historia de la ciencia, ya que las más afines estaban (y siguen estando) orientadas a los estudios sociales de la ciencia. Estar a cargo de la Biblioteca Babini me permitió entrar en relación con bastante gente que trabajaba en estos temas, en cantidad suficiente como para justificar la aparición de una revista que recogiera sus trabajos. El tiempo me dio la razon: ya llevamos doce números publicados, cada vez con mayor número de páginas y articulos.
  Por otra parte, estos cultores están dispersos, carecen de estímulo y sólo se encuentran ocasionalmente en algunas contadas jornadas. Esto me hizo pensar que la revista podria cumplir un papel de agente catalizador y funcionar como una especie de asociacion "virtual", matriz de una entidad representativa (una especie de Asociacion Argentina de Historiadores de la Ciencia) que bregara por un reconocimiento académico (cátedras e institutos universitarios), factor indispensable para asegurar el desarrollo de la disciplina en la Argentina. Este objetivo no ha sido todavia alcanzado, ni siquiera en su etapa "virtual". Supongo que requiere que salgamos antes de la crisis económica actual.

¿Es importante la historia de la ciencia?

  No sé si es importante. Si dijera que es importante debería aclarar otra cuestión: ¿importante para que?. Y este es el tipo de preguntas que tienen muchas respuestas diferentes, o ninguna. Para mi la historia, en general, es algo que la gente hace porque siente necesidad de hacerlo, como cuando hace poesia, compone música o pinta un cuadro. Lo realmente importante es que esa gente pueda hacerlo y lo haga cada vez mejor. Como esa gente existe, según lo comprueba la supervivencia de Saber y Tiempo, la pregunta que me hago es: ¿para quién es importante en la Argentina? No para la universidad, que no la propicia; ni para el estado, que no la estimula; ni para la mayoría de la gente, que no le interesa. Ahí entran los tipos como uno, que sin ser poetas sacan revistas de poesía, o sin ser músicos traen grandes intérpretes, no porque el arte o la historia sean importantes, sino porque quieren que esas felicidades sean compartidas y sigan vivas.
  Asi como un historiador de la ciencia o de la técnica no puede desconocer la ciencia o la técnica que trata (nadie podría trabajar seriamente en historia de la computadora, por ejemplo, si no supiera bastante acerca de la naturaleza y las funciones de la máquina, su programación y sus aplicaciones), una persona que haga teoría de una ciencia o de una técnica en serio (un epistemólogo de la física, por ejemplo) tampoco puede ignorar la historia de esa ciencia, única forma de entender cómo y por qué llegó al estado en que la encuentra ese estudio. Si no lo hiciera se parecería a esos personajes que hacen filosofía sin conocer a quienes trataron en el pasado la materia que está abordando y aparecen inventando la pólvora, cuando aciertan con algo, o haciendo papelones cuando macanean (extendería con gusto esta diatriba a algunos epistemólogos o historiadores sociales de la ciencia).

De acuerdo con esto último, parecería entonces que sí es importante la historia de la ciencia.

  Esta valoracion de la historia de la ciencia es, para mi, un caso particular de una concepcion más amplia, que tiende a evitar lo que llamo "falacias historiográficas": el "anacronismo", que consiste en creer que el caso en estudio ocurrió solamente en la época en que se lo estudia, y el "anatopismo", que supone que ocurrió solamente en ese lugar, "bloopers" corrientes en muchos escritos sobre los problemas argentinos. Por eso, en estas materias, el método comparativo es básico y la historia es el instrumento ideal para no incurrir en esas falencias.

 

 El número 12 de Saber y Tiempo contiene: los dinosaurios vistos a través del tiempo; misioneros salesianos y etnografía patagónica; arqueología y etnografía argentina en el período 1880-1940; ciencia y universidad según el físico Enrique Gaviola; la química en la Argentina de entreguerras; las ciencias geológicas en la Argentina, hasta 1943; Bernardo Houssay y la fisiología en la Argentina, 1917-1943.

Los interesados en suscribirse a Saber y Tiempo pueden dirigirse a: babini@netex.com.ar


José Babini, historiador de la ciencia (*)

  Puede decirse que a José Babini se le debe el nacimiento de la historia de la ciencia como disciplina autónoma en la Argentina. Aún hoy, los pocos profesionales dedicados a la materia reconocen en Babini al impulsor fundamental de este tipo de estudios y sus historias constituyen las obras más importantes acerca del desarrollo de la ciencia nacional, desde sus orígenes hasta mediados del siglo XX. Babini fue también un intelectual de renombre en el concierto de los pensadores nacionales del siglo XX.
José Babini (1897-1984) precursor fundamental del estudio de la historia de la ciencia en la República Argentina

  Puede decirse que a José Babini se le debe el nacimiento de la historia de la ciencia como disciplina autónoma en la Argentina. Aún hoy, los pocos profesionales dedicados a la materia reconocen en Babini al impulsor fundamental de este tipo de estudios y sus historias constituyen las obras más importantes acerca del desarrollo de la ciencia nacional, desde sus orígenes hasta mediados del siglo XX. Babini fue también un intelectual de renombre en el concierto de los pensadores nacionales del siglo XX.

  Nació en Buenos Aires en 1897. Estudió Matemáticas en el Instituto del Profesorado Secundario, donde se recibió en 1918. En 1920, en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, obtuvo el título de Ingeniero, aunque decididamente se dedicaría a las matemáticas como primera profesión.

  Desde entonces, y por 10 años, fue docente en la Facultad de Química Industrial de la Universidad del Litoral, en Entre Ríos, institución de la cual llegaría a ser Decano.

  La trayectoria de Babini se reorienta a fines de la década de 1930, cuando llega a la Argentina el italiano Aldo Mieli, contratado por el Instituto de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad Nacional del Litoral, recientemente creado. Mieli, eminente historiador de la ciencia, de renombre mundial, tenía entre sus logros profesionales el haber sido fundador de la Academia Internacional de Historia de la Ciencia, de la que sería secretario perpetuo.

  Hasta la llegada de Mieli, la historia de la ciencia en el país sólo reconocía algunos cultores aislados, como Julio Rey Pastor. Se corporizaba, además, en un grupo de historias disciplinares o a un conjunto desordenado y muchas veces yuxtapuesto de biografías de los primeros y más importantes científicos como Ameghino, Holmberg, Burmeister, Cabrera, etc.

  En un intenso trabajo de colaboración, Babini, Mieli y Rey Pastor, se convirtieron en los iniciadores de la historia de la ciencia nacional en sentido estricto, poniendo en práctica métodos y finalidades propias y con un objeto definido: el conjunto de actividades humanas que dieron origen a la ciencia y sus principales desarrollos. Conformaron también, la filial argentina de la Academia Internacional y realizaron numerosas conferencias, reuniones y debates, algunas de carácter público como las Primeras Jornadas de Epistemología e Historia de la Ciencia, realizadas en Buenos Aires en 1948. Con el trabajo de este grupo, surgió un profundo interés editorial por los trabajos históricos acerca de la ciencia, publicándose un importante número de obras sobre esa materia.

  En 1939, José Babini y Aldo Mieli crean el Instituto de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad del Litoral -que funcionaría hasta 1943- y editan fugazmente la versión argentina de la revista especializada "Archeion", cuya tirada había alcanzado los 40 volúmenes en Europa.

  A partir de 1955, ya en Buenos Aires, Babini es nombrado, sucesivamente, Organizador de la Facultad de Ciencias de Buenos Aires, Decano Interventor de la misma (1956), Organizador y Rector Interino de la Universidad del Nordeste (1957) y Director General de Cultura, durante la presidencia de Frondizi, en 1958. Ese mismo año pasa a formar parte de Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y se convierte en el Primer Presidente del Directorio de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA).

  Ya había publicado, para entonces, el primer libro sobre historia de la ciencia de nuestro país, Historia de la Ciencia Argentina, en 1949, y La evolución del pensamiento científico en la Argentina , en 1954. Ambos trabajos presentan por primera vez, en forma accesible, un bella panorama de ese capítulo, hasta entonces pasado por alto, del desarrollo nacional. Presenta, además, un enfoque integrador de las distintas disciplinas científicas, como nunca antes se había hecho.

  Desde entonces, su obra se tradujo en medio centenar de libros (entre ellos, la terminación de la monumental Historia de la Ciencia iniciada por Aldo Mieli) y decenas de artículos sobre los más variados temas de historia de la ciencia, abarcando temas y sucesos en un espacio temporal amplio, desde la época de la colonia hasta 1950. Por ese motivo Babini obtuvo importantes reconocimientos, como el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores de 1980, el primero otorgado a un escritor científico.

  José Babini falleció en mayo de 1984. Su labor, sumamente original, fue decisiva para la formación de varias generaciones de profesionales médicos, matemáticos y de otras disciplinas científicas.

  Su biblioteca personal fue la base para la "Biblioteca Babini", actualmente dirigida por su hijo Nicolás, conservada en la Sociedad Científica Argentina. La "Biblioteca Babini" es un lugar de referencia ineludible para la búsqueda de documentos que reflejan el nacimiento, primeros pasos y desarrollo decidido de la ciencia argentina.

(* Texto tomado del Proyecto Ameghino de la Universidad Nacional de Quilmes)

 

   
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