Facultad de Ciencias Exactas y Naturales-UBA
  AÑO 14 - NÚMERO 501
  JUEVES, 27 DE MAYO DE 2004
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El silaje ayuda a producir mejor calidad de carne y leche

Por José Luis Danelón (*)

  A comienzos de la década del '70 la calidad de los silajes en la Argentina era tan pobre y su empleo tan complicado por la falta de equipos adecuados que la pregunta que se hacían los productores era si se podía producir carne y leche con silajes.

  Hoy, a solo treinta años, los ganaderos de la región pampeana, saben que para producir con eficiencia carne o leche de calidad superior deben apelar al silaje como elemento estratégico en la coyuntura.

  El incremento de 70.000 hectáreas/año registrado entre las campañas 93/94 y 2001/2002 sugiere que los silajes de maíz y/o sorgo se transformaron en herramientas imprescindibles en los actuales modelos de alta producción animal.

  El notable crecimiento se debe entre otras razones a las que se consideran virtudes propias de esta forma de reserva: no existe ningún recurso como los citados cultivos que en un tiempo relativamente tan corto, rindan tanta cantidad de forraje y, por ende, tanta energía por hectárea.

  Además, porque son fáciles de planificar tienen bajo costo por tonelada de materia seca y, por lo general, su consumo no encierra riesgos.

  Este extraordinario cambio fue impulsado, entre otras cosas, por los avances científicos y tecnológicos que permitieron producir, obtener y utilizar los silajes que están disponibles en el mercado.

  Inclusive, hoy el eje de esta labor no pasa por la cantidad si no por la calidad. En rigor, ensilar forrajes solo tiene sentido si el producto a obtener es, como mínimo, de buena calidad.

  La conservación mecánica de forrajes no es barata, por tanto, trabajar bien es parte de la rentabilidad del negocio. La calidad de un silaje en el comedero, el resultado de la interacción entre dos factores: la calidad del material de origen y la eficiencia del proceso de ensilado.

  En el primer caso debe ser elevada la calidad en el momento de ser cosechado porque como en cualquier proceso fermentativo, aún en las mejores condiciones, la eficacia difícilmente sea del ciento por ciento.

  Esto implica que la calidad del producto terminado a lo sumo, se acercará a la del forraje que le dio origen, pero nunca será mayor. Valga recordar, que la digestibilidad, el contenido de fibra, las proteínas, el almidón o los carbohidratos solubles son algunas de las cualidades a considerar para maximizar los resultados positivos de esta tarea de las empresas del campo.

  Respecto al mejoramiento del proceso técnico depende de la ensilabilidad del recurso, del adecuado contenido de humedad, del tamaño de picado y de la hermeticidad del silo que impida la entrada de aire y agua. Además, conviene tener presente que en un silo, la cantidad ideal de oxígeno es cero oxígeno.

  Los clásicos sistemas de ensayo en laboratorios logran predecir con razonable aproximación la respuesta animal a partir de su composición química. Sin embargo, ninguna de las más usuales metodologías de evaluación logra predecir la respuesta animal a obtener con forrajes ensilados.

  Desde hace bastante tiempo la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires trabaja en el desarrollo de un moderno sistema integral de evaluación de ensilajes y en la transferencia de estos conocimientos a productores y profesionales del agro.

  La mejor herramienta disponible son los forrajes conservados como silaje y lo conveniente es producir cultivos anuales; por ejemplo, maíz, sorgo y, eventualmente, verdeos de invierno como raigras.

(*) Telam - UBA.

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