EDUCyT.
Año 4 - Nro. 159 - 2da. Sección
29 de junio de 2001.



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                              E D U C Y T
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				Noticias de
		 Educacion, Universidad, Ciencia y Tecnica
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29 de junio de 2001	     	           		Año 4 Nro. 159
			      Segunda sección
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%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%  INDICE  %%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%%

---------------------------  CIENCIA Y TECNICA  -----------------------

	OLFATO DIGITAL 
	por Susana Gallardo (CDCT, FCEyN-UBA)
	LLEGANDO AL "NATURE" POR LOS CAMINOS DEL HAMBRE
	Entrevista al químico Marcelo Rubinstein
	Por Fabio Cohene 	
	DESCONGELAN CARGOS EN EL CONICET 
	EFEMÉRIDES

-----------------  CURSOS, BECAS, SEMINARIOS, CONCURSOS  ---------------

	CURSOS, BECAS, SEMINARIOS
	Generales, Educación,  Ciencias Sociales, Ciencias Exactas
	e Ingeniería, Ciencias  Naturales,  Ciencias  de la Salud.
	Arte, Arquitectura y diseño

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--------------------------- CIENCIA Y TECNICA -----------------------------

  
[]	OLFATO DIGITAL
	por Susana Gallardo (CDCT, FCEyN-UBA)
	sgallardo@bl.fcen.uba.ar

	¿Cómo saber si  el pescado recién comprado es fresco, pasó dos días
	en una heladera, o,  aún peor, sufrió una interrupción de la cadena
	de frío?  Un equipo  de  investigadores  de la Facultad de Ciencias
	Exactas  y Naturales (FCEyN) de la  Universidad  de  Buenos  Aires,
	desarrolló un dispositivo electrónico que permite "oler" el pescado
	y saber con precisión cuántas horas pasaron desde el momento en que
	el pez salió del agua.

	La nariz electrónica desarrollada por el doctor Martín Negri  y  su
equipo  de  colaboradores,  del  Departamento  de  Química Inorgánica de la
FCEyN,  consiste  en  una  caja  de  acrílico que posee en su  interior  un
conjunto  de sensores que convierten el olor en una señal eléctrica que  es
medida en una computadora.  Ésta procesa los datos y efectúa un gráfico que
representa la huella digital del olor. 

	"Desde hace algunos años  distintos  grupos  de investigación en el
mundo  están  desarrollando dispositivos que  se  inspiran  en  el  sistema
olfativo de los mamíferos superiores", explica  Negri.    Así como la nariz
humana cumple su función mediante millones de células receptoras, el olfato
artificial se vale de un conjunto de sensores, de diferentes materiales. 

Imitando la nariz humana

	¿Puede  la  nariz  artificial  equipararse  con  la  humana?    Hay
sustancias, o compuestos como el monóxido de carbono, que  la  nariz humana
no  detecta,  y  sí lo puede hacer una electrónica.   Por  otro  lado,  hay
matices  que  un  catador  de  vinos  entrenado  puede  distinguir,  y  los
dispositivos electrónicos todavía no  han logrado diferenciar.  Actualmente
existen sensores que detectan, por  ejemplo,  una pérdida de gas.  Se trata
de un material que reacciona frente  a determinado compuesto.  Sin embargo,
para conocer el estado de descomposición de  un  pescado,  o  la diferencia
sutil entre un vino y otro, son necesarios varios sensores que respondan de
manera  diferente  a  la  concentración en el aire de  diversos  compuestos
químicos volátiles. 

	"La  clave  de  una  nariz  electrónica  es la presencia de  varios
sensores, de  diferentes  materiales,  que  reaccionan  de  manera distinta
frente a las  moléculas  emitidas  por  el producto que queremos detectar",
señala Negri.  Cada sensor, de un material orgánico o inorgánico (un óxido,
un polímero conductor o un  material  semiconductor)  cambia  alguna de sus
propiedades físicas cuando las moléculas de  un  gas se depositan sobre él.
Hay un intercambio de electrones entre el  sensor y el gas, lo que produce,
por  ejemplo, una modificación en la conductividad eléctrica,  la  cual  es
registrada  por  un  equipo  electrónico  como  una  señal de  determinadas
características.    Las  señales  producidas por los distintos sensores son
analizadas por  un procesador de datos.  Asimismo, la computadora posee una
memoria  donde se  encuentra  registrada  la  respuesta  de  los  distintos
sensores a una gama determinada de compuestos químicos. 

Según pasan las horas 

	A medida que el  pescado  se  va  descomponiendo,  emite diferentes
compuestos olorosos, cada vez con mayor concentración.  El primer día emite
ciertas especies químicas;  el segundo día emite las mismas, pero con mayor
concentración,  y  también  empieza  a  producir  nuevos   compuestos.    A
diferencia  de algunos equipos comerciales que ya existen,  costosos  y  de
gran  tamaño,  el  dispositivo  desarrollado en la Facultad de  Exactas  es
pequeño  (del  tamaño  de una caja de zapatos), transportable (puede  estar
conectado  con  una  computadora  lap  top)  y, lo principal, es económico.
Además,  puede  manipularlo  un  técnico en un supermercado o, también, una
persona en su casa. 

	Este dispositivo  no  puede  identificar  el  tipo de compuesto que
produce el olor  ni  la  concentración  en  que  se  encuentra.  Y, en este
sentido, opera de la  misma  manera  que  el olfato y el gusto humanos, que
pueden  distinguir  lo  dulce  de  lo  salado,  o  lo  ácido,  e,  incluso,
diferenciar  la  acidez  del  limón  de  la  del  vinagre,  pero  no  puede
determinar, por ejemplo, la concentración de ácido  acético.   Para indagar
el tipo de compuesto y su concentración existen  instrumentos  que  emplean
otra  tecnología.   Son los que se usan, por  ejemplo,  para  analizar  los
contaminantes en la atmósfera.

	Negri  y  su  equipo están desarrollando una nariz electrónica apta
para  distinguir  matices  en  las esencias y, de este modo, operar  en  el
control  de  calidad  en la fabricación de perfumes y productos cosméticos.
"Estamos en  conversaciones  con  una  industria  de  perfumes", comenta el
investigador, y agrega:    "La  inversión sería mínima.  Queremos apuntar a
vender un equipo barato  a  pequeñas  empresas".    Este  equipo resolvería
muchos problemas en el control de calidad, y abarataría costos. 

	Negri va a presentar su  dispositivo  para  controlar la calidad de
los perfumes en el Décimo Quinto  Congreso  Latinoamericano  e  Ibérico  de
Químicos Cosméticos, que tendrá lugar en Buenos  Aires en el mes septiembre
próximo.

	El investigador destaca que el diseño de una  nariz  electrónica es
un  trabajo  interdisciplinario.    Participan  los  químicos,  probando  y
desarrollando  materiales    para  sensores;    los  físicos  e  ingenieros
electrónicos, en lo  que  se  refiere a los circuitos y chips del hardware;
expertos en sistemas, que  trabajan en el software;  y los especialistas en
estadística, que analizan y procesan los datos.

	El software de estos dispositivos  consiste  en un sistema de redes
neuronales,  estructuras  que  recrean la forma  en  que  se  conectan  las
neuronas humanas.  Este sistema emula los mecanismos mediante los cuales el
cerebro humano compara los olores nuevos con los almacenados en la memoria. 

	Los investigadores se proponen perfeccionar estos instrumentos.  La
idea es obtener dispositivos más pequeños, y más específicos, es decir, que
permitan reconocer diferencias y matices más sutiles.  Para ello,  trabajan
en el desarrollo de materiales más sensibles. 

Dispositivos cada vez más pequeños

	Hoy se busca desarrollar sensores cada vez más pequeños, con el fin
de  que  todo  el  dispositivo pueda caber en un chip.  De  este  modo,  se
podrían ampliar  las  aplicaciones.  Según señala un artículo de la revista
New Scientist, la  idea  es  colocarlos, por ejemplo, en hornos, heladeras,
automóviles y hasta teléfonos.    Incluso,  se  podría  fabricar un pequeño
dispositivo  que permitiera evaluar la  calidad  de  un  vino  desconocido,
servido en una fiesta, con sólo  acercarlo  a la copa.  Si se prende la luz
verde, todo está bien.  Pero si se enciende la luz roja, mejor abandonar la
copa con disimulo sobre una mesa. 

	El sueño de muchos investigadores es llegar a  imitar  el olfato de
los perros, que pueden rastrear el olor de la  presa  de caza a lo largo de
kilómetros a través del campo.  La nariz del perro  tiene la particularidad
de detectar un gran espectro de olores con gran precisión, aunque  se trate
de una pequeña cantidad de moléculas dispersas en el aire.  Lo  que resulta
paradójico para los científicos que se proponen emular el olfato del perro,
es  que   éste  puede  oler  casi  todo,  y  puede  hacerlo  con  una  gran
especificidad. 

	Las narices electrónicas emplean redes neuronales para aprender los
patrones de respuesta asociados con los diferentes olores.  Y, antes de ser
puestas a trabajar, las narices  tienen  que entrenarse en la percepción de
determinados olores.  Por ejemplo, en  el proceso de elaboración de cerveza
puede  producirse  una  falla en el sabor  debido  a  la  presencia  de  un
compuesto químico.  Con el fin de que estos dispositivos puedan detectar si
hay  una  partida  de  bebida  mala, el primer paso  es  exponer  la  nariz
electrónica a la cerveza que posea dicho compuesto, y a  partidas que no lo
posean.   Luego de sucesivas exposiciones, la nariz ya está en  condiciones
de diferenciar la presencia o ausencia del compuesto. 

	En  los    seres    humanos  el  hardware  del  olfato  reside  en,
aproximadamente, diez millones  de células sensoras, cada una de las cuales
está equipada con alrededor de mil tipos diferentes de receptores químicos.
Al aspirar, las moléculas del  olor son atrapadas por diferentes receptores
particulares,  que  disparan una variedad de  señales  eléctricas  que  son
enviadas al cerebro.  Los seres humanos  pueden percibir un amplio espectro
de olores, por ejemplo un bebé de pocos días puede reconocer a su madre por
el olor, así como el perro puede reconocer el  olor  de su amo.  Lo que los
investigadores se proponen es lograr una mayor especificidad.  Si una nariz
puede diferenciar un vino de otro, se busca que además el sistema determine
qué  compuestos  se  encuentran  en  cada  uno  de  los  vinos,  y  en  qué
concentración.    Básicamente  estos  instrumentos tendrán  una  aplicación
fundamental en los sistemas de control de  calidad  en  la  fabricación  de
bebidas y alimentos. 

	Las narices electrónicas tal vez se hallen todavía  lejos de imitar
el olfato de un perro, capaz de reconocer a la distancia el olor de su amo,
o  de alcanzar la sensibilidad de un experimentado catador de  vinos.    No
obstante,  los  nuevos    dispositivos    se  convertirán  en  herramientas
indispensables  para  controlar,  con    precisión    y  más  allá  de  las
subjetividades humanas, la calidad de bebidas, alimentos y otros productos,
como los perfumes.
///


[]	LLEGANDO AL "NATURE" POR LOS CAMINOS DEL HAMBRE
	Entrevista al químico Marcelo Rubinstein
	Por Fabio Cohene (fcohene@de.fcen.uba.ar)

	A fines de mayo de 2001,  una  noticia  poco  común  aterrizó en el
	campo  científico argentino:  la prestigiosa revista  Nature  había
	publicado un paper en el que como coautor  aparecía un investigador
	argentino, Marcelo Rubinstein.
 
	Marcelo  Rubinstein  se  graduó  como  licenciado en Química en  la
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en 1986, y se doctoró en
el Instituto de Investigaciones Farmacológicas de la facultad de Medicina -
UBA  en  1989.    Realizó  un post doctorado en Portland, Oregon trabajando
junto al  neuroendocrinólogo  molecular  Malcolm  Low,  el otro coautor del
paper citado.   Actualmente se desem-peña como investigador en el Instituto
de Ingeniería Genética y  Biología Molecular (INGEBI, CONICET y FCEyN-UBA),
donde  dirige  el Laboratorio de  Animales  Transgénicos,  creado  por  él.
Además es profesor con dedicación exclusiva  en el Departamento de Biología
de la FCEyN -UBA.  

	Lo  relevante del descubrimiento fue desentrañar los  circuitos  de
control de la alimentación a nivel cerebral .    En  las investigaciones se
utilizó un ratón transgénico creado por el propio equipo de Rubinstein, que
posee  la  particularidad  de  tener  marcadas  de  verde  fluorescente las
neuronas  sometidas  a  estudio.    Hasta  el momento se sabía que  estaban
involucradas  dos  hormonas:    la  leptina,  conocida  desde 1994 y que es
producida por  las células grasa del cuerpo, circulando a nivel periférico;
la segunda es  la alfa MSH, secretada por el hipotálamo y la hipofisis, que
desde el año 1997,  se sabía que actuaba sobre los receptores neuronales de
la sensación de saciedad. 

	A  partir de una idea  y  con  el  modelo  aportado  por  el  grupo
argentino, mediante ensayos de electrofisiología que estuvieron a cargo del
grupo  estadounidense,  se  lograron dilucidar las diferentes  señales  que
determinan  la  sensación  de  saciedad.    El  circuito  descripto  es  el
siguiente:
     
	La leptina, llega al hipotálamo y allí, al actuar  sobre receptores
del  núcleo arcuato, genera una señal eléctrica, que opera como  disparador
de  una  proteína  llamada  POMC  (Pro Opio Melano-cortina).  Esta proteína
posee la  particularidad  de  poder  ser  cortada en diferentes pedazos más
pequeños, llamados péptidos,  cada  uno  de  los  cuales  posee propiedades
distintas.   Entre los  productos,  se  halla  la  Hormona  Estimulante  de
Melanocitos o a MSH.   Como su nombre permite vislumbrar esta hormona posee
la función de estimular la producción de melanina, sustancia decisiva en la
pigmentación de piel, ojos y cabellos.   Y así lo hace, cuando es segregada
por la hipófisis, fuera del cerebro.  Sin  embargo,  la  alfa-MSH segregada
por el hipotálamo (dentro del cerebro) es un potente  anorexígeno (represor
de  la sensación de hambre) y por ende, principal responsable  del  control
cerebral de estas sensaciones. 

Educyt- 	¿Qué significa publicar en Nature?

M. Rubinstein- 	Es  la  revista  en  la que todo científico sueña publicar,
pero sobre todo es una pauta para estar seguro de que aquello en lo que uno
trabaja está en  las  fronteras  del conocimiento, tiene un interés general
que produce beneficio a toda la comunidad científica. 

E- ¿Le da algún beneficio concreto esta publicación ?

R- En el mundo científico hay una frase inglesa que es muy tajante "publish
   or  perish"  (publicar  o  perecer),  que  describe  bien el destino del
investigador.   Esto  es  así  porque  la  financiación  de  la  ciencia se
estructura en base  a  subsidios, para los cuales existe mucha competencia.
En  particular  para  el    trabajo  sobre  la  cual  publicamos  tengo  un
financiamiento  de  la  Agencia,  un  subsidio  especial  de  la  fundación
Antorchas y uno anual de UBACYT.   Entonces, existe la necesidad de obtener
buenos resultados en el laboratorio, de publicar bien para a su vez obtener
nuevos financiamientos.
  Haber publicado en Nature es un buen indicativo  de  que el dinero que se
nos concedió se usó en forma razonable y nos  sitúa  en  posición ventajosa
para hacer nuevos pedidos.  Sin embargo, no hay que  pensar  que  tengo  el
futuro  asegurado.    No sería la primera vez que alguien se  presenta  con
antecedentes  de  excelencia  a  pedir  fondos  para investigar en un nuevo
proyecto y  se  lo  niegan  porque  no  resulta interesante al evaluador de
turno.
  Por eso diría que para lo que más sirve es para incentivar a los becarios
y al propio laboratorio, y confirmar que hacemos ciencia de punta.  Esto no
es menor en un contexto  como  el argentino donde los investigadores suelen
manejarse con un criterio más bien autocomplaciente:  escudados en la falta
de  presupuesto,  en  las  malas condiciones de  infraestructura,  producen
ciencia de un nivel bastante pobre.

E.- ¿Cuán difícil es publicar en Nature?
	
R- Es que cuando uno envía un trabajo a  la  revista,  se  sabe  que lo más
   probable es que no lo acepten.   Sobre todo en el caso de investigadores
sin cartel.  Distinto es el caso de algún Premio Nobel o gente acostumbrada
a publicar seguido en las grandes revistas.   Allí son ellas mismas quienes
se favorecen con que esos científicos destacados aparezcan en  sus páginas.
Pero  cuando un trabajo aparece en Nature, eso tiene inmediata  repercusión
en  los  diarios locales.  Estos están ávidos de que algún  argentino,  sea
científico, deportista  o  artista  obtengan  logros.    En  todo  caso, me
sorprendió que en mi caso la noticia fuera tapa de La Nación.

E.- Para realizar el  experimento  al que nos referimos utilizaron un ratón
    tránsgénico  hecho por ustedes mismos.    ¿  Cuánto  tiempo  les  llevó
desarrollarlo?

R.- Es  difícil  decirlo  exactamente.  Hicimos  el  transgénico  con  unas
secuencias  regulatorias  que  permitían  mandar cualquier transgen  a  las
neuronas, las cuales obtuvimos y aislamos en 1993  con Juan Yan, un becario
mío.  Luego en 1997, con Marcelo Cerdan empezamos  a  probar  con distintos
transgenes.  Paralelamente un grupo de la Univ.  de  Seattle  descubrió que
estas  neuronas  tenían receptores de leptina.  Entonces nos percatamos que
utilizando los  conocimientos  que teníamos podíamos generar un modelo para
estudiar fisiológicamente las  células  y  ver que les pasaba cuando se les
aplicaba leptina en un  corte  de  cerebro.    No  podíamos  realizar  esos
estudios por nosotros mismos, no por falta de fisiólogos, sino por falta de
infraes-tructura para hacerlo.  Es así  que  el  proyecto  se mudó a EE.UU.
donde el grupo de Malcolm Low hizo  todas  los  experimentos  y  mediciones
usando nuestro modelo.

E.- ¿ El modelo fue patentado?

R.- No,  porque  se  utilizan  elementos como la proteína  marcadora  verde
fluorescente  que  ya  posee  patente  de  Clontech.  Lo  que  hicimos  fue
licenciarlo para que si alguna empresa quisiera usarlo, mediante el pago de
la licencia pueda hacerlo .
  
E.- ¿Cuál fue el aporte novedoso que realizaron?

R.- La  determinación  de cómo trabajan todos los elementos involucrados en
el control  de  saciedad.    Armamos  una  parte  del  circuito, que es muy
complicado, por el cual la leptina induce la liberación de alfa MSH.  

E.- ¿Cuáles  son  los  siguientes  pasos  que  pueden  desprenderse  de  tu
descubrimiento?

R.- Me imagino dos opciones:    la  primera  es  seguir  avanzando  en  los
circuitos;  ver esta neurona  con  que otra se conecta.  Esto es un trabajo
de electrofisiología en el cual está  muy interesado de abordar el grupo de
Portland, Oregon.  La segunda es la parte genética, de la cual nos ocupamos
y  en  la  cual  ya  tenemos  resultados  preliminares   muy  interesantes.
Trabajamos sobre el gen de POMC (Pro Opio Melanocortina), que codifica para
alfa MSH, porque pensamos que es uno de los genes,  cuyas  mutaciones están
más relacionadas a la obesidad familiar.  Hasta hoy no se conoce ningún gen
que tenga esta característica y el nuestro es el mayor candidato.   A  esta
altura, nosotros  creemos  saber  donde  está la mutación aunque no sabemos
cuál es.  A esto estamos fuertemente dedicados.   

E.- Como señalás son  claras  las  aplicaciones  prácticas  que  brinda  tu
descubrimiento, ¿se acercó a ustedes alguna empresa interesada?

R.- No, que yo sepa.    Hubo  un  contacto  de  una  empresa biotecnológica
estadounidense,  pero  para  utilizar  el    transgénico   en  sus  propias
investigaciones de testeo de drogas.   Como  el  modelo  lleva elementos de
Clontech, y ésta pide mucho dinero para  vender  su  parte  del modelo, por
ahora el acercamiento se frustró.

E.- En  el  primer  mundo, desde hace un tiempo,  se  ha  venido  dando  un
fenómeno  por  el cual los investigadores abandonan las universidades  para
formar sus propias empresas.  ¿ Ud.  cree que  podría  hacer  lo  mismo  en
nuestro país?

R.- Unos  15 o 20 años atrás, un científico que tuviera alguna  vinculación
con alguna empresa privada era un traidor, una especie de hereje.  Te puedo
dar  como ejemplo el caso de quien fuera mi director de tesis doctoral,  el
farmacólogo Francisco Stéfano.   En  1987 fue contratado por el laboratorio
Beta, mientras se desempeñaba como  investigador  principal del CONICET.  A
consecuencia de esa contratación, se generó un movimiento en el CONICET que
lo obligó a renunciar a su cargo  porque  su  gesto  era  asimilable  a una
herejía  dentro  de  una  orden  monacal.   En  la  actualidad,  todas  las
universidades  europeas,    estadounidenses  e  incluso  argentinas,  están
desarrollando un departamento  de transferencia tecnológica que estimulan a
los  investigadores  a  generar    recursos  económicos  a  partir  de  sus
descubrimientos básicos.  Existe un  convencimiento  por parte de todos los
jugadores del mundo científico y tecnológico, productivo, industrial de que
la ciencia genera riqueza.  Las universidades han percibido este fenómeno y
tratan de evitar desangrarse de sus investigadores y de las patentes de los
descubrimientos hechos por ellos.  Entonces arman sus propias  oficinas  de
patentes.  En este aspecto, en Argentina hay una deuda  pendiente.   Porque
un  científico  nacional enfrentado a la situación de decidir donde patenta
su  descubrimiento,  si  aquí  o  en el exterior, está frente a un  dilema.
Porque  si quiere patentarla acá se topa con que no existe un sistema  ágil
para que  la  patente  salga  rápido,  sea  fuerte,  sea  bien  elaborada y
defendida por un  equipo  de  abogados  especialistas.    Porque el aspecto
primordial de una patente no es su obtención sino su fortaleza, su grado de
inviolabilidad .
  Por otra parte, el elemento limitante para que los científicos aprovechen
económicamente sus ideas no está en  los investigadores sino en la carencia
de inversores interesados.  

E.- ¿Ud.  es de los que piensan en emigrar?

R:- No.   Trabajo en un laboratorio que  posee  una  cantidad  de  recursos
razonable como para poder avanzar, pero no lo  suficiente para hacerlo a un
nivel internacional.  La mayor incomodidad reside en estar  en  un  sistema
muy empobrecido.  En este contexto mi laboratorio es uno  de los que más se
destaca  en cuanto a recursos, dentro de la comunidad.  Pero  no  somos  un
compartimiento estanco.   Nosotros  podemos  no  contar  con un determinado
instrumental, pero en la  medida de que éste exista en otro laboratorio del
sistema, vamos a poder utilizarlo  de  todas maneras, como de hecho ocurre.
De ahí la importancia de que  los  laboratorios estén bien abastecidos, que
se cuente con un buen equipamiento e  infraestructura y que esté inserto en
una  red  en la que todos los integrantes  estén  relacionados.    Si  esto
ocurriera  todos nos beneficiaríamos.  En este contexto mi  laboratorio  es
como un auto último modelo que transita por caminos no pavimentados, llenos
de piedras y de pozos :  no lo puedo aprovechar integralmente.  
///


[] 	DESCONGELAN CARGOS EN EL CONICET 

	El  Conicet  descongeló    vacantes  y  entranrán  160  científicos
	seleccionados en 1999 que habían ganado el concurso para ingresar a
	la carrera de Investigador.   También  incorporarán a 75 técnicos y
	se anunció la entrega de 30 becas.  Los investigadores reclaman que
	esto no es suficiente
 
	«Hemos  logrado  descongelar 235 vacantes en el  Conicet»,  anunció
Adriana Puiggrós, titular de la Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y
la Innovación Productiva (SETCIP).  Esta medida beneficiará a  parte de los
160  investigadores que en 1999 habían sido seleccionados para incorporarse
a la carrera de Investigador del Conicet, y no pudieron hacerlo  por  estar
congelado el ingreso.

	Los investigadores  reunidos  fuera  del  edificio de la SETCIP, en
Córdoba 831, relativizaban  los  alcances  del anuncio.  «Creo que llegamos
dos años tarde.   Muchos  de  los investigadores que ganaron su concurso en
1999 no pudieron esperar y  ya  se  fueron  a vivir al exterior», le dijo a
Clarín, Cristina Ibarra, investigadora del Conicet.

	A  las 160 vacantes descongeladas para  investigadores  se  sumaron
otras  75  vacantes  destinadas para personal técnico.    Puiggrós  también
comunicó    la   entrega  de  «30  becas  especiales  extraordinarias    de
posdocto-rado,  para  los investigadores que hayan finalizado ese beneficio
en julio de 2000» y dijo que «se les mantendrá el mismo salario desde el 1°
de julio al 31 de diciembre del presente año».  «Está  a punto de aprobarse
una ley marco (de ciencia y tecnología) y el 20 de julio  estará  listo  el
Plan Nacional  de  Ciencia  y  Tecnología  diseñado  por  una  comisión  de
notables,  además  de    otras  iniciativas,  como  un  mecenazgo  para  la
investigación».

	El  titular  del Conicet,  Andrés  Carrasco  explicó  que  junto  a
Economía y Función Pública «se  buscará  la  manera de empezar a cubrir las
vacantes a medida que aparecen».   También  anunció  que «1.300 científicos
con el salario de junio recibirán una  bonificación especial de entre 1.200
y  1.300  pesos en concepto de retribución por  antecedentes  previos»,  un
beneficio que se derogó entre los años 96 y 97. 

	«Carrasco prometió, cuando asumió, que se derogaría el quite  a los
salarios que hizo Machinea y todavía la gente de CONICET  está esperándolo.
Carrasco  también  dijo  que  no  se  iba  a realizar el recorte  sobre  el
presupuesto  del Conicet que forzó la renuncia de Jacovkis y el recorte  se
llevó  a cabo» se quejaba uno de los investigadores que manifestaban en las
puertas del organismo.

	Respecto de  si  se  iba  cubrir  la  falta  de  llamado a concurso
ocurrida en el 2000, Carrasco se limitó a responder que «no hay manera real
de volver para atrás»,  y  que  este  año  ya  está  en marcha el llamado a
concurso  para,  aproximadamente,  otros  160   investigadores.    «Nuestra
aspiración  es  que  el  año  que    viene    se    nos   habiliten  nuevos
descongelamientos de las vacantes que se vayan produciendo o se nos permita
aumentar los cargos», dijo.  Carrasco insistió en  que  «si  se  me permite
ejecutar todo el presupuesto 2001, el Conicet llegará a  fin de año con las
deudas saldadas sobre becas y subsidios».  El descongelamiento de  las  235
vacantes  implica  una partida de 7 millones de pesos «ya incluidos  en  el
presupuesto del  Conicet»,  dijo.    La  Coordinadora  del Conicet no quedó
satisfecha con los  anuncios.   Los investigadores, que luego le entregaron
un petitorio con más  de  1.300  firmas, desplegaban una bandera reclamando
más presupuesto para la ciencia y la tecnología.

	«En Brasil se destina el  1,5 del PBI a la investigación de Ciencia
y Tecnología, en Chile es el  1,2  y  aquí  no  llega  al  0,4, cuando este
Gobierno  prometió  elevarlo  al uno por ciento»,  recordó  Norma  Sánchez,
investigadora platense.

	Según  la  Coordinadora, ni la ley marco ni  el  Plan  Nacional  de
Ciencia y Tecnología cambiarán el cuadro de situación que  vive  el sector.
«Hace  falta más presupuesto para investigación.  Nada de eso  se  dijo  en
esta conferencia de prensa», coincidieron varios investigadores.  Este año,
el sistema científico-tecnológico  de  la Argentina recibiría, si el dinero
realmente le llega, unos  800 millones de pesos.  Es decir, 40 millones más
que el año pasado, «pero  70  millones  menos  que  en  1999»  destacaba un
científico. 

	Si bien es obviamente positivo la incorporación de las 230 personas
a  las  Carreras  del  CONICET,  reconoce la  Coordinadora,  «los  anuncios
realizados son claramente insuficientes ya que no resuelven  el conjunto de
los puntos planteados en el petitorio:  el ingreso  de  160  investigadores
adicionales,  a  fin  de  compensar  la  falta  de  llamado  al    concurso
correspondiente  al  año  2000,  el  pago  de  los  subsidios atrasados, la
devolución  del  12% recortado a nuestros salarios, la prórroga de la Becas
para  todos  aquellos  que  se  hallan  presentado al concurso de Ingreso a
Carrera del  año  2001, la transparencia en los mecanismos de evaluación en
el área y,  en  términos  más  generales,  el incremento del presupuesto de
Ciencia y Técnica al 1%, tal como lo contemplaba la base programática de la
Alianza».

	La  Coordinadora gestionó con las  autoridades,  concretar  futuras
reuniones en el marco de la SETCIP, a efectos de explicitar cada uno de los
reclamos planteados.  Asimismo, realizará una reunión en el Aula de Cultura
de la Facultad de Medicina de la UBA, el próximo miércoles 4 de julio a las
17.00 hs.
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[]	EFEMÉRIDES
	29  de junio de 1971:  Toda la tripulación  de  la  cosmonave  rusa
	Soyuz 11 fallece durante la reentrada en la atmósfera terrestre.

En 1957, fue  lanzado  el  primer  satélite  artificial de la historia:  el
Sputnik (Pequeño Camarada), una esfera lisa de 58 centímetros de diámetro y
unos 83 kilos de peso  con  la que se dió el puntapié inicial de la carrera
espacial.

En  los  años  subsiguientes,  se  sucedieron    nuevos  y  más  asombrosos
acontecimientos que acabaron, prácticamente con la capacidad  de asombro de
la  opinión  pública,  y  en  los que casi  siempre,  la  URSS  llevaba  la
delantera. 

Ya  en  1961,  con  93  satélites en órbita, el  Premier  soviético  Nikita
Kruschev, celebró la hazaña del primer hombre en el espacio,  el  ruso Yuri
Gagarin.     "Que  los  capitalistas  traten  de  alcanzarnos"  desafió  el
mandatario comunista. 

La agencia espacial  soviética no tardó en subir la apuesta y muy pronto se
halló trabajando para poner al primer hombre en la Luna.  El programa Soyuz
(Unión),  que inició una etapa  revolucionaria  en  materia  de  tecnología
espacial,  comenzó  con  un  verdadero  desastre,  que  costó  la  vida  al
cosmonauta Vladimir Komarov, único tripulante del Soyuz-1.    Este  suceso,
retrasaría todo el programa lunar soviético, y serían  los  Estados  Unidos
quienes ganarían la carrera al poner sobre la Luna a Armstrong y Aldrin, en
1969.

Con la Luna perdida, las Soyuz, tercera generación de naves espaciales, con
excelente    poder  de  maniobra  y  dotadas  de  capacidad  para  realizar
acoplamientos en  el espacio fueron destinadas a los desarrollos y estudios
en estaciones espaciales.  

El 6 de  junio  de  1971,  partió la misión Soyuz-11, tripulada por Gheorgy
Dobrovoiski, comandante;  Vladislav  Volkov,  ingeniero  de vuelo, y Víktor
Patsayev, ingeniero de pruebas.   Su  misión  era acoplarse con la estación
Salyut-1, cosa que llevaron a cabo  con  todo  éxito, batiendo el récord de
permanencia en el espacio.  Sin embargo,  los  problemas que se presentaron
con la estación (un pequeño incendio, desperfectos con el telescopio solar,
entre otros problemas), obligaron a concluir la misión antes de tiempo.

El 30 de junio, a la 1.35, se encendieron  los retrocohetes de la nave para
comenzar la maniobra de descenso a Tierra, luego de efectuar la orientación
de la nave.  Todo funcionaba normalmente y durante el tiempo previsto, pero
en  ese momento se interrumpió la comunicación entre la nave y la  base  en
Tierra.   Poco después del frenado aerodinámico en la atmósfera, fue puesto
en marcha el  sistema  de  paracaídas,  y  poco  antes  del  aterrizaje, la
tripulación encendió los motores del sistema de descenso suave.  La cápsula
de descenso hizo un aterrizaje suave, en la ubicación prevista. 

Inmediatamente después llegó el equipo de recuperación, enviado a recoger a
los cosmonautas.  Al abrir la compuerta, descubrieron que la tripulación no
daba señales de vida.  Todos los  hombres  estaban en sus puestos, muertos.
Al parecer, una válvula de presión, falló durante  el  reingreso del módulo
de  aterrizaje de la Soyuz, y la descompresión mató  a  los  tres  hombres,
ninguno de los cuales llevaba puesta la escafandra. 

Más información:
http://www.geocities.com/juniorsalomon/index1.htm
http://www.tecnocosmos.com/naves/soyuzt.htm
http://www.spacefacts.de/

ALAS  ROJAS:   "La Carrera Lunar:  Crónica Secreta del  Fracasado  Programa
Soviético." Por Manuel  Montes,  destacado  divulgador  científico español.
Los interesados en esta publicación deben escribir a mmontes@ctv.es
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