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Breviario, 5 de octubre de 2001

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POR VOTO DIVIDIDO, LA UBA SIGUE
SIN TENER PROFESORES PLENARIOS


Después de meses de debate, el consejo directivo de la facultad decidió no nombrar a Beatriz Sarlo, Edith Litwin y Osvaldo Guariglia con el cargo docente más alto. Hubo denuncias cruzadas de politización y protestas por "el papelón" y "el manoseo".
Javier Lorca

Beatriz Sarlo es una de las intelectuales más lúcidas del país y una de las profesoras más prestigiosas de la Universidad de Buenos Aires. Pero la suma de sus méritos académicos perdió frente a las no menos numerosas rencillas de la política de los claustros.
Las luchas internas de la Facultad de Filosofía y Letras la dejaron sin el cargo de profesor titular plenario, "la más alta jerarquía universitaria" según el estatuto de la UBA. La decisión fue tomada por el consejo directivo de la facultad en su última sesión, donde se les negó la misma distinción a los profesores Edith Litwin y Osvaldo Guariglia.
"Es un papelón, algo bochornoso. Estoy avergonzada de pertenecer a un cuerpo tan sectario -dijo Hilda Sabato, profesora y consejera de la facultad-. Si alguien como Beatriz Sarlo no puede ser profesor plenario, ¿quién puede?", preguntó, indignada. Los consejeros que se opusieron explicaron, entre otras razones, que aceptar estos nombramientos era discriminatorio para con otros profesores que, mereciéndolo, nunca fueron postulados para ser plenarios. La figura de "plenario" es un título que la universidad puede otorgarles a quienes ganan su segundo concurso como profesores titulares.
El jurado académico que los evalúa puede, además de aprobar su designación docente, sugerir su nombramiento como plenarios. Este cargo es el más alto para un profesor regular, tiene carácter permanente (el distinguido no tiene que volver a concursar) y premia "la capacidad sobresaliente en la formación de discípulos" y al "autor de publicaciones o trabajos que constituyan aportes positivos a la respectiva disciplina". Tras el fallo del jurado, hace falta el voto positivo de dos tercios del consejo directivo de la facultad en cuestión (11 sobre 16 miembros).
Eso fue lo que, el martes pasado, el consejo de Filosofía y Letras les negó a Sarlo (profesora de Literatura Argentina en la carrera de Letras), Litwin (Fundamentos de Tecnología Educativa, en Ciencias de la Educación) y Guariglia (Etica, en Filosofía). La conclusión llegó después de meses de discusiones. "Que no nos manoseen más y nos nombren como profesores de una vez", habría pedido Sarlo mientras duraban las disputas. Es que, junto con la distinción, también se postergaba la designación necesaria para poder seguir enseñando, que finalmente fue aprobada.

En el increíble conflicto se cruzaron cuestiones académicas y políticas. Los tres profesores implicados pertenecen o están vinculados a la lista oficialista del consejo directivo, que apoya al decano Francisco Carnese y que en los últimos años perdió la mayoría en ese cuerpo. "Este tipo de nombramientos no es político, sino claramente académico, porque proviene de la propuesta de un jurado imparcial", definió Sabato. En el caso de Sarlo, los votos favorables a su nombramiento como plenaria fueron siete: cinco profesores (Sabato, Marta Souto, Roberto Bertoncello, Myriam Tarragó y Ofelia Manzi) y dos graduados (Esteban Speyer y José Fernández). Se abstuvieron dos profesores (Hugo Trinchero y Ana María Zubieta), dos graduados (Fabiola Ferro y Graciela Schuster) y un estudiante (Marcelo Pascal), mientras que otro alumno se manifestó en contra (Pablo Vommaro), tal como lo hizo en los otros dos casos.
Con el cambio de algún nombre, el resultado de los votos fue igual en el caso de Litwin. Más polémico en la facultad y con enemigos en las agrupaciones de izquierda, que no le perdonan su defensa de la Ley de Punto Final, Guariglia tuvo seis votos a favor, dos en contra y cinco abstenciones. Nadie alcanzó los dos tercios del consejo. Y nadie será profesor plenario, ya que ésta era la primera vez que se proponía una designación desde que regresó la democracia. "En mi caso y en el de los consejeros opositores, votamos en contra de una maniobra por la que el decano puso en el mismo paquete a Guariglia con dos profesoras reconocidas, para que no podamos oponernos", dijo Vommaro, consejero por los alumnos. "Si bien hay diferencias políticas, no estoy en contra de que Sarlo o Litwin sean plenarias, académicamente soninobjetables -agregó-. Pero sí me opongo a que lo sea Guariglia y, sobre todo, a que sea el primero en ser nombrado. No puede ser que un profesor como David Viñas no sea plenario y llegue a serlo Guariglia."

Los consejeros docentes que se opusieron, vía la abstención, argumentaron que en los últimos años hubo otros profesores en condiciones de ser designados plenarios y que fueron discriminados. Lo cierto es que los jurados que evaluaron a aquellos docentes nunca propusieron que se los ascendiera. Pero los opositores insistieron: quizá los jurados no sabían que existía esa posibilidad. De hecho, la facultad inició un trámite para revisar aquellos concursos. Para Beatriz Sarlo, como para los otros profesores, el nombramiento habría resultado sólo honorario, no la habría eximido de volver a concursar: antes de que venza su designación docente (dura siete años) habrá alcanzado los 65 años y deberá jubilarse. Como profesora titular, no más. Así será, a menos que el Consejo Superior de la UBA decida revisar la decisión de la facultad.

Página 12 2/10/01
http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-01/univer01.htm


"SE CONFUNDIÓ LO POLÍTICO PURO CON LO ACADÉMICO"

Tras el voto negativo a la designación de Beatriz Sarlo como profesora plenaria de la UBA, se desató una dura polémica en Filosofía y Letras. Aquí, habla la vicedecana y también debaten las partes.
Javier Lorca


"Fue un modo de proceder donde se confundió lo político puro y lo académico." Así denunció la vicedecana de Filosofía y Letras (UBA), Marta Souto, los motivos que condujeron a que Beatriz Sarlo se quedara sin el título de profesor plenario, la más alta distinción docente que brinda la UBA. Como informó este diario, las disputas internas de la facultad, donde oficialistas y opositores están empatados en el consejo directivo, llevó a que Sarlo, Edith Litwin y Osvaldo Guariglia no tuvieran los votos necesarios para lograr la distinción. En diálogo con Página/12, Souto -desde el oficialismo- negó que hubiera sido un error tratar en conjunto los tres casos. -¿Cómo se llegó a esta situación? -Desde que existe el nuevo reglamento para designar plenarios, la primera vez que un jurado propuso una designación fue a fines del 2000, con el concurso de Guariglia. El tema llegó al consejo directivo en marzo de este año y ya en ese momento se generaron discusiones. A fines de marzo concursó Edith Litwin y el jurado también la propone como plenaria. El concurso de Sarlo es más reciente, del 30 de julio. Dado que no tenía resolución ninguno de los concursos, entraron todos juntos al consejo. -La oposición asegura que hubo una maniobra para tratarlos en conjunto y evitar que se vetara la designación de Guariglia. -No existió ninguna maniobra. Cada caso es independiente y fue tratado por las vías habituales. Lo único en común es que son propuestas para designar profesores plenarios. -Si eran casos separados, ¿por qué se trataron en la misma sesión? -Por un problema. La mayoría quiso darle curso desde el principio, desde que llegó el primer concurso. Pero la oposición nunca lo quiso tratar. Esto tuvo que ver con cuestiones políticas en el caso de Guariglia, aunque nunca se dijo explícitamente. La oposición sí argumentó que, en los casos de otros profesores que habían concursado antes, los jurados podían no haber sabido que podían proponer la designación de plenarios. -¿No había un acuerdo entre profesores oficialistas y opositores para votar los plenarios sólo cuando entre los propuestos hubiera nombres vinculados a ambos sectores? -El acuerdo era que se iban a revisar los concursos de aquellos profesores que no habían sido propuestos como plenarios, para analizar si los jurados sabían que tenían esa opción. Por eso, la facultad solicitó al Consejo Superior que devolviera los trámites de los concursos para que los jurados puedan revisar su dictamen. El pedido está hecho, pero son trámites que no se hacen de un día para otro. La otra parte del acuerdo era que se iba a asegurar que, en los próximos concursos, todos los jurados sepan que pueden proponer plenarios. Ambas cosas se cumplieron. -Frente a lo que pasó, ¿no cree que fue un error no haber tratado en diferentes sesiones las designaciones de los profesores? -Los trámites van teniendo un procesamiento que tiene que ver con los trámites mismos. Si hubiera salido el primer concurso en marzo, hoy no habría problemas. -Usted dijo que el voto contrario al nombramiento de los profesores fue por razones políticas. -Hubo razones políticas. Fue un modo de proceder donde se confundió lo político puro y lo académico. Pero la figura de plenario es puramente académica, porque el nombramiento proviene de un concurso. Es diferente a la designación de un profesor consulto, que sí es política. -¿Hay alguna posibilidad de que la situación sea revisada? -El consejo directivo ya no puede hacer nada. Pero el Consejo Superior puede reconsiderar la resolución y devolverla para su nuevo tratamiento en el consejo directivo o, directamente, resolverla.

Página 12 4/10/01
http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-04/univer01.htm


DEBATES
Por Noe Jitrik, Luis Alberto Romero, Ricardo Piglia *.

Carta abierta por Beatriz Sarlo
El 30 de julio, la profesora Beatriz Sarlo ganó el concurso de renovación de su cargo de titular de la materia Literatura Argentina II, de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), ante un prestigioso jurado internacional conformado por los profesores Raúl Antelo, Hugo Achúgar y Jorge Schwartz. En reconocimiento a su trayectoria como docente, intelectual y crítica de la literatura y la cultura, el jurado resolvió renovarle su cargo como titular de la materia y solicitar su nombramiento como Profesora Titular Plenaria. Tal nombramiento es el máximo reconocimiento que la UBA concede a profesores regulares que acreditan una capacidad sobresaliente en la formación de discípulos y que son autores de trabajos que constituyen aportes positivos a la respectiva disciplina. De acuerdo con la reglamentación, se requieren los dos tercios de los votos del consejo directivo de la facultad para que la solicitud del nombramiento de un Profesor Plenario se eleve al Consejo Superior. En su sesión del martes 25 de setiembre, el consejo directivo de Filosofía y Letras resolvió no elevar la solicitud de nombramiento de la profesora Sarlo como Profesora Titular Plenaria, contradiciendo así el dictamen unánime de un jurado que ese mismo consejo directivo designó. Esta decisión fue el resultado de una votación en la cual sólo siete consejeros votaron a favor del nombramiento, mientras que cinco marcaron su abstención y uno votó en contra (las abstenciones impidieron que el pedido fuera elevado al Consejo Superior). Los consejeros que votaron a favor fueron los profesores Marta Souto, Hilda Sábato, Myriam Tarragó, Rodolfo Bertoncello y Ofelia Manzi; y los graduados José Fernández Vega y Esteban Speyer. Los responsables de las abstenciones fueron los profesores Hugo Trinchero y Ana María Zubieta; los graduados Fabiola Ferro y Graciela Schuster; y el estudiante Marcelo Pascal; el estudiante Pablo Vommaro fue el único consejero que votó explícitamente en contra. Los firmantes queremos alertar sobre la lógica facciosa que este caso evidencia, una lógica por la cual ningún tema puede ser tratado en su especificidad académica por los representantes de los distintos claustros. Mientras que el debate político, cultural e ideológico es una de las prácticas fundamentales de la vida académica, este caso revela que la ausencia de ese debate se traduce en una toma de decisiones burocráticoacadémicas de carácter discriminatorio. Si no puede lograrse consenso para aprobar una resolución de un jurado intachable respecto de una profesora de méritos indiscutibles como Beatriz Sarlo, ¿qué cabe esperar en relación con cualquiera de los otros temas dirimidos por el consejo directivo? Manifestamos, pues, nuestro más enérgico rechazo a la resolución del consejo directivo, porque la profesora Sarlo cumple indiscutiblemente las condiciones estipuladas por el estatuto universitario: una sostenida labor docente frente a los miles de estudiantes y graduados que asistieron a sus clases, una contribución insoslayable a la investigación científica y cultural, la formación académica de decenas de investigadores, una trayectoria intelectual que le ha valido el reconocimiento de prestigiosos centros nacionales e internacionales.

* También firman Ana María Barrenechea, Dora Barrancos, Sylvia Saitta y Jorge Dotti, entre otros 780 docentes, investigadores y estudiantes.

 


Marcelo Pascal *.
"UNA MANIOBRA DE LA MAYORÍA"

En la sesión del 25 de setiembre del consejo directivo de la Facultad de Filosofía y Letras, la mayoría del claustro de profesores llevó a cabo una maniobra que afecta el prestigio de la facultad y a muchos de sus miembros.
Estos profesores impulsaron el tratamiento de los dictámenes de tres concursos en los que el jurado aprobaba la continuidad como profesores titulares de Osvaldo Guariglia, Edith Litwin y Beatriz Sarlo, recomendando además su designación como Profesores Plenarios. Los dictámenes constaban de dos artículos que requerían distinto tipo de votaciones: el 1º, que era la designación como profesor titular, requería de mayoría simple (nueve votos); el 2º, que era la designación como Profesor Plenario, requería mayoría especial (once votos.) Sin embargo, se pretendió obligar a votar los dictámenes en forma completa y no artículo por artículo, que era lo que correspondía. Nosotros señalamos reiteradamente el carácter antirreglamentario de la votación. En ningún órgano colegiado más o menos decente se pueden votar en un mismo acto dos designaciones que requieren diferente cantidad de votos para ser aprobadas. Esa maniobra tenía como fin obligar a los consejeros directivos a votar afirmativamente a riesgo de dejar sin el cargo de profesor titular a los mencionados profesores. En realidad, el objetivo era poner contra la espada y la pared a los consejeros en relación con la votación de la designación del profesor Guariglia -que, vale recordarlo, es duramente cuestionado en la facultad por su soberbia y autoritarismo y por ser autor de un artículo que muchos interpretan legitima el Punto Final y la Obediencia Debida-. Esta maniobra de la mayoría de profesores puso en un mismo "paquete" a las profesoras Sarlo y Litwin, junto con Guariglia, para tratar de lograr la aprobación de este último.
Pese a que logramos que el decano solicitara un cuarto intermedio para realizar una nueva redacción de la resolución a votar, luego del mismo la mayoría de profesores (de la que Guariglia es el "jefe") y la minoría de graduados insistieron con la postura inicial. Después de la votación se lanzó una campaña de difamación sobre quienes simplemente rechazamos un funcionamiento antirreglamentario. Para legitimarla, hicieron énfasis en la votación referida a Beatriz Sarlo, aprovechándose de su prestigio académico. Queremos dejar en claro nuestra posición: estamos a favor de la designación de Sarlo y Litwin como Profesoras Plenarias -hubiéramos querido que nos dejaran votar reglamentariamente sus designaciones- y manifestamos nuestra intención de votar en contra en el caso de la designación como Profesor Plenario de Osvaldo Guariglia. Parece que, para algunos "respetables académicos", los reglamentos sólo se imponen a los alumnos. Para los "amigos" -léase Guariglia-, se hacen "redacciones especiales". Nuestro único error fue haber votado afirmativamente la designación de la profesora Litwin porque habíamos anunciado nuestro compromiso en ese sentido y, ante la duda, en ese caso decidimos honrar nuestra palabra. No nos cabe la menor duda de que las profesoras Sarlo y Litwin reúnen los méritos académicos necesarios para ser designadas Profesoras Plenarias pero, insistimos, esto debe ser hecho reglamentariamente.

* Consejero directivo (MNR).


Página 12 4/10/01
http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-04/univer01.htm


A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA
DE FILOSOFÍA Y LETRAS (UBA):


En los últimos días han circulado informaciones inexactas acerca del debate para nombrar plenarios a ciertos profesores de la Facultad. La mayoría de graduados, integrante del bloque opositor en el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras, se dirige a la comunidad universitaria para hacer algunas aclaraciones necesarias. Agradecemos su más amplia difusión.

1. En su última sesión ordinaria el Consejo Directivo de la facultad no rechazó la propuesta de nombrar tres profesores plenarios, sino que sólo postergó la decisión definitiva al no pronunciarse sobre ella. Sin embargo, aprobó la renovación en sus cargos de titulares a los profesores Osvaldo Guariglia, Edith Litwin y Beatriz Sarlo recomendada por los jurados que actuaron en sus concursos. Los dictámenes de dichos jurados contenían dos partes. En la primera, recomendaba renovar la designación de los mencionados como profesores titulares, cosa que el Consejo aprobó. En una segunda, el jurado se pronunciaba por nombrarlos también como profesores plenarios. Con ello se empezaría a aplicar la nueva reglamentación para esa figura contemplada en el Estatuto Universitario. Básicamente, se distingue como profesor plenario a aquella persona que por sus cualidades académicas y éticas merece acceder al máximo cargo para un docente en actividad. Sobre esta segunda parte del dictamen de los jurados, el Consejo, a propuesta de la minoría de profesores, decidió, en votación dividida, no pronunciarse sobre el tema de los plenarios y demorar la decisión final hasta que todos los profesores en idéntica situación tuvieran la misma oportunidad.
Esta propuesta tuvo el sentido de incluir también a otros profesores que últimamente ganaron sus concursos de renovación y cuyos jurados --por razones que el decanato de la Facultad deberá explicar-- no pudieron conocer la nueva reglamentación para decidir sobre el particular. En nuestra Facultad existen profesores con trayectoria suficiente para acceder al cargo de plenarios. Nuestro bloque opositor en el Consejo Directivo considera que debe hacerse un uso seriamente académico, pero también equitativo, de la nueva reglamentación. Cada caso debe ser estudiado evitando todo clientelismo o uso discrecional.

2. Entre las falsedades que circularon, la más ridícula es aquella según la cual nuestro bloque tiene un comportamiento "faccioso". Los propios interesados en propagar esta acusación no pueden ocultar que cada uno de nosotros se expresó libremente según su conciencia y su mejor entendimiento. Como corresponde a un grupo que valora la pluralidad de opiniones, nuestra votación arrojó un resultado diverso: hubo en ella votos afirmativos, negativos y abstenciones sobre el tema que nos ocupa. ¿Puede ser éste el resultado de un accionar faccioso? En cambio, y como suele suceder, la mayoría de profesores y la minoría de graduados votó automática y sistemáticamente de la misma manera, apoyando sin distinciones el nombramiento de O. Guariglia, E. Litwin y B. Sarlo como profesores plenarios. La mayoría de graduados en el Consejo respeta el trabajo de todos los profesores, pero no iguala sus méritos académicos, su trayectoria ética y ciudadana ni su relevancia intelectual en base a su grado de proximidad con el poder.

3. En el transcurso de esta semana se anunciará el calendario electoral para que los tres claustros de nuestra facultad elijan un nuevo Consejo. El momento es propicio para discutir opiniones y debatir ideas porque se abre para la universidad, como todos sabemos, un período marcado por una crisis aguda que llevará a grandes definiciones. La falta de ideas y el puro interés en el beneficio corporativo que se ampara en el prestigio de algunos individuos para beneficiar a otros, no pueden ser disimulados con acusaciones fuera de contexto y falsedades evidentes. Un debate electoral en la universidad no debe tener semejantes fundamentos. Nuestro bloque de oposición se pronuncia a favor de la educación universitaria pública y gratuita, pero también se compromete a defender una educación mucho mejor que la actual. No sólo queremos profesores plenarios en casos justificados, nombrados mediante procedimientos democráticos y ecuánimes. Queremos también auxiliares docentes que cobren por su trabajo en lugar de verse condenados a la esclavitud "ad honorem". Por ellos el actual oficialismo no hizo nada. Queremos que los compromisos de la universidad con sus becarios se mantengan, que no se sigan expulsando recursos humanos y que se aumente el ritmo de concursos docentes, el cual ha decaído ostentosamente durante la actual gestión del decano Carnese y su oficialismo. Se avecinan tiempos muy duros para el país y para su sistema educativo. Algunas versiones señalan que, después de las elecciones de octubre, el gobierno anunciará un nuevo presupuesto con importantes reducciones para la universidad. Al mismo tiempo, el rectorado ya declaró que el año próximo se le hará insostenible seguir absorviendo el 13% de reducción salarial sin transferirlo a sus docentes y no docentes. Una gestión universitaria deber ser transparente y eficiente, pero también decidida en la lucha contra el ajuste permanente que no sólo profundiza la recesión económica, la miseria popular y la decadencia institucional, sino que amenaza directamente a la cultura y al futuro de sus jóvenes.

 


AL CLAUSTRO DE PROFESORES DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS Y A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA

Los consejeros directivos de la minoría de profesores de la Facultad de Filosofía y Letras, con el objetivo de estimular la reflexión sobre los alcances de la condición de profesor titular plenario y sobre la necesidad de definir claramente los criterios para las designaciones particulares, queremos hacer llegar las siguientes observaciones, que atienden al proceso vivido en el marco del Consejo Directivo y a los resultados de las reuniones con distintos integrantes del claustro.

Cuando el jurado que se desempeñó en el concurso de renovación del cargo de profesor titular del profesor Osvaldo Guariglia propuso que este fuera designado profesor titular plenario, se empezaron a estudiar los antecedentes y los requerimientos de tal categoría.

Surgieron en relación con ello tres interpretaciones, que se apoyaban en distintos tramos del Estatuto Universitario y de la Resolución de Consejo Superior n° 3120 del 24 de noviembre de 1999 y que, por lo tanto, debían ser discutidas por el Consejo Directivo:

1- La interpretación más amplia estimaba que, debido a la ausencia de un sistema de carrera docente como el que han implementado otras universidades, la designación de profesor plenario aseguraba la merecida estabilidad laboral - es un nombramiento permanente siempre que se apruebe el informe que el docente debe elevar al Consejo Directivo cada cinco años - del profesor titular que hubiera renovado su designación y que, a criterio del jurado, hubiera "acreditado capacidad sobresaliente en la formación de discípulos y fuera autor de publicaciones o trabajos que constituyeran aportes positivos a la respectiva disciplina", artículo 41 del Estatuto Universitario.

2- La segunda interpretación, más restringida en cuanto a los posibles beneficiarios, se apoyaba en el reconocimiento de que la designación de profesor titular plenario era honorífica. Por ello sostenía que, en la medida en que "los profesores titulares plenarios constituían la más alta jerarquía universitaria" (E. U., art. 41) y que para su designación era necesario el acuerdo de los consejeros directivos, lo que debía expresarse con el voto de los dos tercios de los integrantes del Consejo (art. 1° de la Resolución n° 3120 del Consejo Superior), las propuestas no solo debían ser evaluadas detenidamente sino que, además, se debía prestar particular atención a lo señalado por el artículo 37, inciso b, que sostiene que la designación de los profesores regulares debe asegurar "que la integridad moral y la rectitud cívica y universitaria sean condiciones fundamentales de los profesores y que la carencia de tales condiciones no puede compensarse por méritos intelectuales".

3- La tercera interpretación privilegiaba el aspecto institucional ya que planteaba la necesidad de definir la función de los profesores titulares plenarios dentro de la Unidad Académica involucrada. Sabemos que, si bien los profesores titulares plenarios integran una serie (art. 40 del Estatuto Universitario: "Los profesores regulares son titulares plenarios, titulares, asociados o adjuntos") no hay un llamado a concurso especial para tal categoría sino que esta posibilidad se inicia con la recomendación del jurado y sólo en el caso de renovación del cargo de profesor titular, que es la instancia en la cual se puede proponer al docente "en una categoría superior a la del cargo que ocupa", Res. N° 3120. El cargo de profesor titular plenario se considera, entonces, superior al de profesor titular ("La designación de profesor titular plenario podrá realizarse únicamente en las condiciones de este artículo", el 1°, que es el que establece la posibilidad de proponer ascenso de categoría) y podrá, además, ser rechazado por el Consejo Directivo, como en los otros casos, "según resulte de las necesidades de la enseñanza en la Unidad Académica y de la existencia de recursos presupuestarios", art. 1°, Res. 3120. Los que sostenían la interpretación que reseñamos aquí planteaban que debían resolverse, antes de comenzar con la designación de profesores plenarios en la Facultad de Filosofía y Letras, problemas diversos; entre otros, ¿la designación de profesor plenario deja libre un cargo de profesor titular que puede ser asignado interinamente o propuesto para un nuevo concurso?, ¿la categoría de profesor plenario altera la composición de cátedra?, ¿puede haber en una cátedra un profesor titular y un profesor titular plenario como hay, en otros casos, profesor titular y profesor asociado?, ¿el profesor titular plenario tiene una función distinta de la de profesor titular?, ¿puede, en ese caso, dirigir, orientar, coordinar orgánicamente a otros profesores titulares dentro de un campo disciplinario? ¿al profesor titular plenario se le exige el ejercicio de la docencia de grado como al profesor titular?

Como vemos, antes de considerar los casos particulares, era necesaria una decisión consensuada respecto de los alcances del cargo de profesor titular plenario para asegurar que en las respectivas designaciones se adoptara un criterio uniforme y evitar, así, deslizamientos irresponsables, inclusiones o exclusiones arbitrarias, o afectar al claustro de docentes con medidas inadecuadas que pesaran sobre su desempeño futuro. El Estatuto Universitario y la Resolución n° 3120 del 24 de noviembre de 1999 no resuelven algunos de los problemas de implementación que, por lo tanto, deben ser considerados por los Consejos Directivos. Esta fue una de las razones que llevaron a que la minoría de consejeros docentes estimara que no se podían hacer designaciones antes de discutir aquellos problemas en los ámbitos correspondientes e informar a la comunidad universitaria en su conjunto. Pero la otra razón que llevó a la postergación de las designaciones fue que, si bien al pedido respecto del profesor Osvaldo Guariglia se agregaron, primero, el de la profesora Edith Litwin y, luego, el de la profesora Beatriz Sarlo, en los otros casos de renovación de profesores titulares, en concursos anteriores o sustanciados en el mismo periodo que los de los profesores citados, no se había informado a los miembros de los jurados respectivos, de la Resolución n° 3120 que regula la posibilidad de propuesta de ascenso a una categoría superior. Por lo tanto, acordamos con los consejeros de la mayoría docente que se trataría la totalidad de los casos cuando, luego de haber enviado a los jurados involucrados el pedido de que se expidieran respecto de la posibilidad de ascenso, se recibieran las propuestas de designación, si las hubiera, de otros profesores plenarios. Queremos destacar que es una práctica habitual del Consejo Directivo tratar en la misma ocasión un conjunto de casos similares para poder confrontar unas actuaciones con otras, lo que en esta ocasión se vuelve un requerimiento casi ineludible por todo lo arriba señalado.

Ante nuestro asombro el acuerdo no se cumplió y en el orden del día de la sesión del 25 de septiembre comprobamos que se habían incluido únicamente los casos de los profesores Guariglia, Litwin y Sarlo. Frente a esto, insistimos en la posición inicial respecto de la necesidad de discutir la condición de profesor titular plenario y de la imprescindible consideración de la totalidad de los casos para asegurar un tratamiento igualitario de nuestros colegas.



SETECIENTOS INTELECTUALES,
A FAVOR DEL NOMBRAMIENTO
Polémica por el rechazo a un ascenso de Beatriz Sarlo en Filosofía y Letras

La ensayista es actualmente titular de una cátedra de Literatura Argentina. Un jurado la propuso a un cargo más alto: profesora plenaria. Pero el Consejo Directivo de la facultad lo rechazó, en una votación muy discutida

El rechazo del Consejo Directivo de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA a designar como profesora plenaria a la docente y ensayista Beatriz Sarlo generó una fuerte polémica. Setecientos intelectuales firmaron una carta abierta criticando la decisión de los representantes universitarios, que fue publicada ayer por Clarín y enviada al decano de esa facultad, Francisco Raúl Carnese. Tanto los que votaron a favor como en contra de la designación hicieron circular sus argumentos por correo electrónico.

Hubiera sido la primera vez que docentes de Filosofía y Letras llegaran a ese cargo, que es un reconocimiento a la trayectoria académica. Los profesores que votaron por el nombramiento de Sarlo y de otros dos profesores, escribieron: "El martes 25 de setiembre de 2001, el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras, en votación dividida, no aprobó la recomendación de los jurados que proponían la designación de los profesores Osvaldo Guariglia, Edith Litwin y Beatriz Sarlo como profesores regulares plenarios de la Universidad de Buenos Aires". Así describen un hecho que "nos avergüenza e indigna".

Es que los jurados, integrados por "prestigiosos académicos de trayectoria internacional" , habían propuesto por unanimidad estas designaciones cuando aceptaron la renovación de los cargos. Sarlo sigue al frente de su cátedra de Literatura Argentina II, al volver a concursar. El jurado estuvo integrado por los profesores brasileños Raúl Antelo y Jorge Schwartz y el uruguayo Hugo Achúgar. Pero en la sesión del 25 de setiembre, el Consejo Directivo dijo que no. Fueron siete los votos a favor, uno en contra y cinco abstenciones. Esto impidió lograr los once votos necesarios para la aprobación.

La carta abierta, que fue firmada por reconocidas personalidades de la cultura, como el escritor Ricardo Piglia, el crítico Noé Jitrik, los historiadores Julio Halperín Donghi y Luis A. Romero, las críticas Jean Franco y Sylvia Molloy y también por los jurados del concurso, entre muchísimos otros, habla de la "lógica facciosa que este caso evidencia" y manifiesta el "rechazo a la resolución del Consejo Directivo, porque la profesora Sarlo cumple con creces las condiciones que fija el estatuto: una sostenida labor docente, una contribución insoslayable a la investigación y una trayectoria intelectual que le valió el reconoci miento de prestigiosos centros nacionales e internacionales".

"Beatriz Sarlo no puede ser una prenda de una maniobra política", dijo indignada a Clarín Adriana Rodríguez Pérsico, titular de Teoría y Análisis Literario y una de las firmantes de la carta. Es un "escándalo" , producto de la contaminación de "lo académico con lo político. Pero el curriculum está más allá".

Como un "hecho lamentable" calificó el caso Hilda Sabato, del claustro de profesores por la mayoría, que votó a favor del nombramiento. "Estas personas que se abstuvieron o votaron en contra desconocieron la autoridad del jurado. Y votaron así porque ninguno de los tres profesores es ''de su palo''".

Ana María Zubieta es docente. Al justificar su voto en abstención dijo: "La minoría de profesores pidió que se incluyeran los otros profesores que habían concursado este año para nombrarlos como plenarios. Algunos jurados no lo hicieron porque la facultad no se los advirtió. El martes volvimos a proponer que se consideraran todos los casos para que fuera un trato igualitario, pero no nos escucharon".

Al referirse a Sarlo, Zubieta aclaró. "No tengo inconveniente en que sea nombrada, tiene sobrada trayectoria académica pa ra ese nombramiento y se lo merece. Creo que todavía hay un camino abierto y se puede volver a tratar el tema".

El estudiante Pablo Vommaro, que votó en contra, tiene la teoría de que "hubo una clara maniobra para ocultar el manejo del decano para ascender al profesor de Etica Osvaldo Guariglia" a quien Vommaro cuestionó con duros argumentos políticos e ideológicos. "Si se hubiera propuesto sólo a Sarlo, hubiera votado afirmativamente", dijo.

También se abstuvieron Marcelo Pascal (estudiante), "porque queríamos que se votara por separado el nombramiento de profesores regulares que el de plenario" y Fabiola Ferro (graduada), "porque no se discutió cómo se va a implementar esta figura de plenario".

Estas posiciones están expresadas en escritos que ayer circularon por el correo electrónico. Mientras tanto, Sarlo pasó el día respondiendo mensajes de solidaridad. Pero consultada por Clarín dijo: "No hablo porque tienen que hablar las instituciones".

Clarín 5/10/01
http://www.clarin.com/diario/hoy/s-04001.htm


POR LA MAYORÍA DE GRADUADOS EN LA FFYL-UBA
A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA DE FILOSOFÍA Y LETRAS (UBA):

   En los últimos días han circulado informaciones inexactas acerca del debate para nombrar plenarios a ciertos profesores de la Facultad. La mayoría de graduados, integrante del bloque opositor en el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras, se dirige a la comunidad universitaria para hacer algunas aclaraciones necesarias. Agradecemos su más amplia difusión.

1. En su última sesión ordinaria el Consejo Directivo de la facultad no rechazó la propuesta de nombrar tres profesores plenarios, sino que sólo postergó la decisión definitiva al no pronunciarse sobre ella. Sin embargo, aprobó la renovación en sus cargos de titulares a los profesores Osvaldo Guariglia, Edith Litwin y Beatriz Sarlo recomendada por los jurados que actuaron en sus concursos. Los dictámenes de dichos jurados contenían dos partes. En la primera, recomendaba renovar la designación de los mencionados como profesores titulares, cosa que el Consejo aprobó. En una segunda, el jurado se pronunciaba por nombrarlos también como profesores plenarios. Con ello se empezaría a aplicar la nueva reglamentación para esa figura contemplada en el Estatuto Universitario. Básicamente, se distingue como profesor plenario a aquella persona que por sus cualidades académicas y éticas merece acceder al máximo cargo para un docente en actividad. Sobre esta segunda parte del dictamen de los jurados, el Consejo, a propuesta de la minoría de profesores, decidió, en votación dividida, no pronunciarse sobre el tema de los plenarios y demorar la decisión final hasta que todos los profesores en idéntica situación tuvieran la misma oportunidad. Esta propuesta tuvo el sentido de incluir también a otros profesores que últimamente ganaron sus concursos de renovación y cuyos jurados --por razones que el decanato de la Facultad deberá explicar-- no pudieron conocer la nueva reglamentación para decidir sobre el particular. En nuestra Facultad existen profesores con trayectoria suficiente para acceder al cargo de plenarios. Nuestro bloque opositor en el Consejo Directivo considera que debe hacerse un uso seriamente académico, pero también equitativo, de la nueva reglamentación. Cada caso debe ser estudiado evitando todo clientelismo o uso discrecional.

2. Entre las falsedades que circularon, la más ridícula es aquella según la cual nuestro bloque tiene un comportamiento "faccioso". Los propios interesados en propagar esta acusación no pueden ocultar que cada uno de nosotros se expresó libremente según su conciencia y su mejor entendimiento. Como corresponde a un grupo que valora la pluralidad de opiniones, nuestra votación arrojó un resultado diverso: hubo en ella votos afirmativos, negativos y abstenciones sobre el tema que nos ocupa. ¿Puede ser éste el resultado de un accionar faccioso? En cambio, y como suele suceder, la mayoría de profesores y la minoría de graduados votó automática y sistemáticamente de la misma manera, apoyando sin distinciones el nombramiento de O. Guariglia, E. Litwin y B. Sarlo como profesores plenarios. La mayoría de graduados en el Consejo respeta el trabajo de todos los profesores, pero no iguala sus méritos académicos, su trayectoria ética y ciudadana ni su relevancia intelectual en base a su grado de proximidad con el poder.

3. En el transcurso de esta semana se anunciará el calendario electoral para que los tres claustros de nuestra facultad elijan un nuevo Consejo. El momento es propicio para discutir opiniones y debatir ideas porque se abre para la universidad, como todos sabemos, un período marcado por una crisis aguda que llevará a grandes definiciones. La falta de ideas y el puro interés en el beneficio corporativo que se ampara en el prestigio de algunos individuos para beneficiar a otros, no pueden ser disimulados con acusaciones fuera de contexto y falsedades evidentes. Un debate electoral en la universidad no debe tener semejantes fundamentos. Nuestro bloque de oposición se pronuncia a favor de la educación universitaria pública y gratuita, pero también se compromete a defender una educación mucho mejor que la actual. No sólo queremos profesores plenarios en casos justificados, nombrados mediante procedimientos democráticos y ecuánimes. Queremos también auxiliares docentes que cobren por su trabajo en lugar de verse condenados a la esclavitud "ad honorem". Por ellos el actual oficialismo no hizo nada. Queremos que los compromisos de la universidad con sus becarios se mantengan, que no se sigan expulsando recursos humanos y que se aumente el ritmo de concursos docentes, el cual ha decaído ostentosamente durante la actual gestión del decano Carnese y su oficialismo. Se avecinan tiempos muy duros para el país y para su sistema educativo. Algunas versiones señalan que, después de las elecciones de octubre, el gobierno anunciará un nuevo presupuesto con importantes reducciones para la universidad. Al mismo tiempo, el rectorado ya declaró que el año próximo se le hará insostenible seguir absorviendo el 13% de reducción salarial sin transferirlo a sus docentes y no docentes. Una gestión universitaria deber ser transparente y eficiente, pero también decidida en la lucha contra el ajuste permanente que no sólo profundiza la recesión económica, la miseria popular y la decadencia institucional, sino que amenaza directamente a la cultura y al futuro de sus jóvenes.


POR LA MINORÍA DE PROFESORES EN LA FFYL-UBA

   Al claustro de profesores de la Facultad de Filosofía y Letras y a la comunidad universitaria

   Los consejeros directivos de la minoría de profesores de la Facultad de Filosofía y Letras, con el objetivo de estimular la reflexión sobre los alcances de la condición de profesor titular plenario y sobre la necesidad de definir claramente los criterios para las designaciones particulares, queremos hacer llegar las siguientes observaciones, que atienden al proceso vivido en el marco del Consejo Directivo y a los resultados de las reuniones con distintos integrantes del claustro.

   Cuando el jurado que se desempeñó en el concurso de renovación del cargo de profesor titular del profesor Osvaldo Guariglia propuso que este fuera designado profesor titular plenario, se empezaron a estudiar los antecedentes y los requerimientos de tal categoría.

   Surgieron en relación con ello tres interpretaciones, que se apoyaban en distintos tramos del Estatuto Universitario y de la Resolución de Consejo Superior n° 3120 del 24 de noviembre de 1999 y que, por lo tanto, debían ser discutidas por el Consejo Directivo:

1- La interpretación más amplia estimaba que, debido a la ausencia de un sistema de carrera docente como el que han implementado otras universidades, la designación de profesor plenario aseguraba la merecida estabilidad laboral - es un nombramiento permanente siempre que se apruebe el informe que el docente debe elevar al Consejo Directivo cada cinco años - del profesor titular que hubiera renovado su designación y que, a criterio del jurado, hubiera "acreditado capacidad sobresaliente en la formación de discípulos y fuera autor de publicaciones o trabajos que constituyeran aportes positivos a la respectiva disciplina", artículo 41 del Estatuto Universitario.

2- La segunda interpretación, más restringida en cuanto a los posibles beneficiarios, se apoyaba en el reconocimiento de que la designación de profesor titular plenario era honorífica. Por ello sostenía que, en la medida en que "los profesores titulares plenarios constituían la más alta jerarquía universitaria" (E. U., art. 41) y que para su designación era necesario el acuerdo de los consejeros directivos, lo que debía expresarse con el voto de los dos tercios de los integrantes del Consejo (art. 1° de la Resolución n° 3120 del Consejo Superior), las propuestas no solo debían ser evaluadas detenidamente sino que, además, se debía prestar particular atención a lo señalado por el artículo 37, inciso b, que sostiene que la designación de los profesores regulares debe asegurar "que la integridad moral y la rectitud cívica y universitaria sean condiciones fundamentales de los profesores y que la carencia de tales condiciones no puede compensarse por méritos intelectuales".

3- La tercera interpretación privilegiaba el aspecto institucional ya que planteaba la necesidad de definir la función de los profesores titulares plenarios dentro de la Unidad Académica involucrada. Sabemos que, si bien los profesores titulares plenarios integran una serie (art. 40 del Estatuto Universitario: "Los profesores regulares son titulares plenarios, titulares, asociados o adjuntos") no hay un llamado a concurso especial para tal categoría sino que esta posibilidad se inicia con la recomendación del jurado y sólo en el caso de renovación del cargo de profesor titular, que es la instancia en la cual se puede proponer al docente "en una categoría superior a la del cargo que ocupa", Res. N° 3120. El cargo de profesor titular plenario se considera, entonces, superior al de profesor titular ("La designación de profesor titular plenario podrá realizarse únicamente en las condiciones de este artículo", el 1°, que es el que establece la posibilidad de proponer ascenso de categoría) y podrá, además, ser rechazado por el Consejo Directivo, como en los otros casos, "según resulte de las necesidades de la enseñanza en la Unidad Académica y de la existencia de recursos presupuestarios", art. 1°, Res. 3120. Los que sostenían la interpretación que reseñamos aquí planteaban que debían resolverse, antes de comenzar con la designación de profesores plenarios en la Facultad de Filosofía y Letras, problemas diversos; entre otros, ¿la designación de profesor plenario deja libre un cargo de profesor titular que puede ser asignado interinamente o propuesto para un nuevo concurso?, ¿la categoría de profesor plenario altera la composición de cátedra?, ¿puede haber en una cátedra un profesor titular y un profesor titular plenario como hay, en otros casos, profesor titular y profesor asociado?, ¿el profesor titular plenario tiene una función distinta de la de profesor titular?, ¿puede, en ese caso, dirigir, orientar, coordinar orgánicamente a otros profesores titulares dentro de un campo disciplinario? ¿al profesor titular plenario se le exige el ejercicio de la docencia de grado como al profesor titular?

   Como vemos, antes de considerar los casos particulares, era necesaria una decisión consensuada respecto de los alcances del cargo de profesor titular plenario para asegurar que en las respectivas designaciones se adoptara un criterio uniforme y evitar, así, deslizamientos irresponsables, inclusiones o exclusiones arbitrarias, o afectar al claustro de docentes con medidas inadecuadas que pesaran sobre su desempeño futuro. El Estatuto Universitario y la Resolución n° 3120 del 24 de noviembre de 1999 no resuelven algunos de los problemas de implementación que, por lo tanto, deben ser considerados por los Consejos Directivos. Esta fue una de las razones que llevaron a que la minoría de consejeros docentes estimara que no se podían hacer designaciones antes de discutir aquellos problemas en los ámbitos correspondientes e informar a la comunidad universitaria en su conjunto. Pero la otra razón que llevó a la postergación de las designaciones fue que, si bien al pedido respecto del profesor Osvaldo Guariglia se agregaron, primero, el de la profesora Edith Litwin y, luego, el de la profesora Beatriz Sarlo, en los otros casos de renovación de profesores titulares, en concursos anteriores o sustanciados en el mismo periodo que los de los profesores citados, no se había informado a los miembros de los jurados respectivos, de la Resolución n° 3120 que regula la posibilidad de propuesta de ascenso a una categoría superior. Por lo tanto, acordamos con los consejeros de la mayoría docente que se trataría la totalidad de los casos cuando, luego de haber enviado a los jurados involucrados el pedido de que se expidieran respecto de la posibilidad de ascenso, se recibieran las propuestas de designación, si las hubiera, de otros profesores plenarios. Queremos destacar que es una práctica habitual del Consejo Directivo tratar en la misma ocasión un conjunto de casos similares para poder confrontar unas actuaciones con otras, lo que en esta ocasión se vuelve un requerimiento casi ineludible por todo lo arriba señalado.

   Ante nuestro asombro el acuerdo no se cumplió y en el orden del día de la sesión del 25 de septiembre comprobamos que se habían incluido únicamente los casos de los profesores Guariglia, Litwin y Sarlo. Frente a esto, insistimos en la posición inicial respecto de la necesidad de discutir la condición de profesor titular plenario y de la imprescindible consideración de la totalidad de los casos para asegurar un tratamiento igualitario de nuestros colegas.

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