De Stijl   y   B. Zevi


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Zevi



El catálogo como metodología del proyecto:

Es el principio genético del lenguaje moderno, que comprendía en sí a todos los demás. Cualquier error, involución, bloqueo psicológico, enmohecimiento mental en materia de proyección puede atribuirse, sin excepciones, a la falta de respeto de este principio. Se trata, pues, de una invariante fundamental del código contemporáneo.

El clasicismo selecciona un módulo para las ventanas de un palacio renacentista; a continuación estudia la secuencia de los módulos, las relaciones entre vacíos y llenos, las alineaciones horizontales y verticales, es decir, la superposición de los órdenes. Pues bien, el arquitecto moderno se libera de estas preocupaciones formales para lanzarse a una labor de nueva semantización bastante más compleja y provechosa. Ante todo: ningún módulo debe ser repetitivo. Cada ventana es una palabra que tiene validez por sí misma, por lo que dice, por aquello para cual sirve; no hay que situarla en línea, no hay que proporcionarla. Puede adoptar cualquier forma: rectangular, cuadrada, circular, elíptica, triangular, ser compuesta, tener un perfil libre.

La invariante es siempre el catálogo. ¿ Por qué debe ser cúbica o prismática una estancia, en ves de tener una forma libre, dictada por sus funciones? ¿ Por qué el conjunto de habitaciones debe formar una caja elemental? ¿ Por qué ha de concebirse un edificio como el embalaje de diferentes cajitas dentro de una caja enorme? ¿ Por qué tiene que estar encerrado en sí mismo, determinando una clara cesura entre cavidades arquitectónicas y paisaje urbano o natural? ¿ porqué los espacios de un apartamento deben tener todos la misma altura?
 

Ruptura de simetría:

La simetría es una invariante del clasicismo. Por tanto, la asimetría lo es del lenguaje moderno.
Simetría= despilfarro económico + cinismo intelectual. Cada vez que veáis una casa compuesta de un bloque central y dos cuerpos laterales simétricos, podéis emitir un juicio de condena. Que hay en la parte izquierda? Posiblemente la sal de estar. Y de la derecha? Los servicios o los dormitorios.

La simetría es un síntoma particular, macroscópico, de un tumor que prolifera capilarmente y cuyas son infinitas: la geometría.
Las ciudades, especialmente las capitales, son víctimas constantes de la intervención geométrica; únicamente se salvan porque su crecimiento hace claudicar el diktat político-administrativo. En cambio, los pueblos, especialmente las aldeas rurales, normalmente no son geométricos; por otra parte, lo son, con rigor implacable, los dominados por la mafia en Sicilia.
El arquitecto se encuentra tan condicionado por una gemotería artificiosa e inhumana que la siente “natural” y “epontánea”; no conoce otra lengua. Es un cáncer ancestral, reforzado con los mismo instrumentos de dibujo: regla t, escuadra, compases, tecnígrafo.
 

Rechazo del planteamiento, geométrico y de perspectiva:

La antigeometría, la forma libre y, como consecuencia, la asimetría y el antiparalelismo, son invariantes del lenguaje moderno.
La perspectiva es una técnica gráfica destinada a representar una realidad tridimensional sobre una hoja de papel bidimensional. Para facilitar la labor, indujo a cuadricular todos los edificios, reduciéndolos a prismas regulares. De pronto, quedó inutilizado un gigantesco patrimonio visual compuesto de curvas, asimetrías, desviaciones bruscas, modulaciones, ángulos que no eran de 90 grados: el mundo pasó a componerse de cajas y los “órdenes” sirvieron para distinguir partes superpuestas o yuxtapuestas.
 

Descomposición de los volúmenes en planchas:

De Stijl, único intento de elaborar un código para la arquitectura moderna, propugnó una operación rigurosa, generalizable. Si el problema consiste en deshacer el bloque de la prespectiva, lo primero que debemos hacer es suprimir la tercera dimensión, descomponiendo la caja, escindiéndola en planchas. Nada de volúmenes. ¿ Una habitación? No, seis planos: el techo, cuatro paredes, el suelo.
Con todo, la descomposición sigue siendo una invariante importante del lenguaje moderno.
Mies van der Rohe es el exponente máximo de la sintaxis De Stijl: su pabellón alemán en la exposición de Barcelona de 1929 constituye la obra maestra de esta poética.
 

Temporalizar el espacio:

Espacio temporalizado. He aquí enunciando telegráficamente, el meollo de la cuestión: han sido necesarios milenios para que el hombre se posesionase del espacio. Sólo durante un brevísimo período y en situaciones excepcionales se experimentó el tiempo: en las catacumbas.
Para hacerse moderno, todo hombre debe revivir en sí mismo las etapas de la historia.
Con el Renacimiento se coarta la temporalidad. Prevalece el espacio puro, el objeto autosuficiente, el edificio de planta céntrica.
Sexta invariante del lenguaje moderno: el espacio temporalizado, vivido, socialmente disfrutado, apto para acoger y exaltar los acontecimientos.
La anti-perspectiva es otra consecuencia; temporalizar significa desplazar incesantemente el punto de vista. La metodología descomponedora y las estructuras en voladizo son instrumentos encaminados a temporalizar, que al fragmentar la caja aferran los ángulos.
Temporalizar. ¿Dónde? En todas partes. ¿Cómo? De infinidad de maneras. Pensad en los suelos: ¿puede admitirse que el pavimento de un pasillo sea igual que el de una sala de estar, de un cuarto de baño, de un estudio o de un dormitorio? Es decir, ¿qué la velocidad del recorrido y su maleabilidad sean los mismos en ambientes con funciones completamente diferentes? ¿ Quién ha establecido una regla tan insulsa? El clasicismo.
 

Reintegración de elementos no catalogados:

Las invariantes sucesivas corroboran el catálogo destruyendo los tabúes de la simetría de los trazados geométricos, de los planteamientos de la perspectiva, descomponiendo el volumen en planchas, liberando los ángulos en el plano estructural, temporalizando el espacio: sin embargo, al proceder de este modo, estimulan a una reintegración de los elementos catalogados. La misma planta libre constituye una etapa en el camino reintegrador porque postula la máxima comunicación y la fluencia entre los ambientes, unificándolos.
Adolf Loos investigó el principio de la reintegración vertical en el Raumplan, ensamblaje de células espaciales a diversas alturas, que multiplican la superficie habitable, con lo que economizan y aumentan los valores de las figuras. ¿Puede ser más baja que la sala de estar la zona dedicada a servicios o la destinada a los dormitorios? Explotemos la diferencia altimérica para conseguir a cambio otros espacios de los que podamos disfrutar, íntimos, curiosos, accesibles mediante unos pocos escalones. Fantasía máxima en la superposición desigual = máxima economía espacial.
 

HANCKE DE LA FUENTE
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