Subsecretaría de Graduados y Asuntos Profesionales - SGAP
El otro perfil
Nadia Boscarol
Acrobacias de una bióloga
por Guillermo Mattei (Revista EXACTAmente, No. 18, 2000).
La cita es en la entrada lateral del zoológico de Buenos Aires. Pese a la lluvia, los pocos minutos de retraso con que la fotógrafa está llegando son útiles para recrear dos imágenes personales del zoológico. La de hace tres décadas: animales enjaulados que motivaban poco. La de hace una década: el asalto de los "cortadores de manzanas" a los medios de la cultura estatal. Quizás una tercera imagen se forme en cuanto EXACTAmente ingrese al zoo y entreviste a la licenciada en biología Nadia Boscarol.
El lugar indicado para la charla es el Rain Forest, que no es otra cosa que una de esas antiguas construcciones que caracterizan el estilo arquitectónico del zoológico porteño. Allí, en la ex jaula de los osos, reacondicionada como gabinete de trabajo, Nadia Boscarol, una mujer de aspecto atlético, ojos azules e indumentaria propicia para una selva tropical, nos recibe en medio de computadoras y revistas de biología.
¿Cómo empezó tu carrera?
Ingresé a Exactas 1979 en una época de policías en la puerta de la Facultad y de poca información para los estudiantes. Tardé cinco años y medio en recibirme pese a que siempre trabajé: durante el verano como guardavidas y por las noches como camarera. Al final de la carrera me orienté hacia la biología marina y estuve trabajando siete meses gran parte de las veces embarcada en un instituto marplatense. Sin embargo, comprendí que esa temática no era lo suficientemente atractiva para mí.
Más tarde me interesó el tema del funcionamiento cerebral. Beca del CONICET mediante, comencé a trabajar en el 85 en neurofarmacología, dentro de un grupo de investigación muy prestigioso de la Facultad de Farmacia. Pero, de nuevo, al poco tiempo me di cuenta de que el grado de compenetración personal que exige la investigación científica profesional era demasiado alto para mí. Para describirte el clima, recuerdo que mi directora podía llegar a decir: "Anoche soñé que si inyectaba la seis-hidróxido dopamina por vía intraperitoneal, en lugar de intravenosa, llegábamos primero a los terminales noradrenérgicos...". No aguanté el ritmo y casi me enfermo: al volver del trabajo solo quería ver televisión... Abandoné la beca y me peleé hasta tal punto con la Biología que tuve la oportunidad de viajar a New York ¡y no visité el Museo de Historia Natural!
Bueno, pero de alguna manera volviste...
Sí. Pasé ese año trabajando de motoquera y en el verano de guardavidas, y la Biología llamó por segunda vez a mi puerta. Casi por casualidad, conseguí entrar al área de reptiles del Zoológico Municipal de Buenos Aires. Era una época entre el 86 y 88 en la cual el zoológico tenía diversas vinculaciones externas para investigación y cría, por lo que me enviaron a trabajar en un proyecto para desarrollar técnicas de manejo para la cría en cautiverio de yacarés.
Así que me fui a vivir a una colonia de matacos en Formosa. ¡Era espectacular!: puro trabajo de campo. No había nada. Estábamos a ochenta kilómetros del pueblito más cercano. Sólo llegar, era una empresa faraónica. Debíamos potabilizar el agua, nos comunicábamos por radio y apenas teníamos el privilegio de contar con un baño.
Fueron dos años de mucho trabajo a pulmón. Había que pesar las crías de yacarés, medirlas, controlarlas mensualmente y también mantener a los adultos en buenas condiciones de cautiverio. Cuando los chicos del lugar salían de la escuela, íbamos con ellos a un bañado cercano a pescar las pirañas con las que alimentábamos a los yacarés.
¿Y Gerardo Sofovich era el mesenas de este proyecto de investigación?
No, eso venía de antes. La llegada de la gestión Sofovich, en 1989, significó la caída de todos los proyectos, incluido el nuestro. Tuvimos que liberar a los yacarés de la manera menos traumática posible y allí todo acabó. Yo quedé afectada al serpentario, en Buenos Aires.
Con la gestión actual del zoológico las cosas empezaron a cambiar y los biólogos, no sin esfuerzo, logramos instalar en los concesionarios la necesidad del desarrollo de proyectos de cría, reproducción y conservación.
En la actualidad, además de manejar el serpentario, soy la curadora de toda la colección faunística. Es decir, me encargo de hacer lo que se da en llamar el diseño de colección. Gestiono, en una red mundial de zoológicos, los canjes y adquisiciones de animales. Elaboro los planes de colección y busco destino a los excedentes, a las donaciones y a las incautaciones de animales cazados ilegalmente o traficados que nos remite la Dirección de Faunas y Recursos Ictícolas.
La reinserción de animales a su medio natural debe ser una tarea complicada, ¿no?
Sí, porque al no conocer si hay subpoblaciones genéticas, no sabés con certeza el origen de procedencia de los animales.
En este tipo de tareas, uno de los proyectos más trascendentes es Cóndor Andino en Cautiverio, a cargo de Luis Jácome. En la naturaleza los cóndores tienen una cría cada dos años, pero nosotros logramos aumentarlas al triple incubando los huevos que les extraemos periódicamente. Ya vamos por el segundo año y logramos que los pichones formen pareja. Hace muy poco, nació una cría célebre, "Che", hijo de una pareja de cóndores que el recordado ex presidente chileno Salvador Allende le donara a Fidel Castro en la década del setenta y cuyos huevos nosotros incubamos.
Este proyecto implica muchísimo trabajo de voluntarios, la financiación de todo tipo de organismos internacionales, grandes empresas y el propio zoológico, e incluye el seguimiento satelital, por parte de la NASA, de los pichones liberados.
¿Qué hay de la vinculación del zoológico actual con nuestra Facultad?
En la actualidad hay pequeñas demandas de la FCEyN al zoológico: nos vinculamos con un grupo que trabaja en genética de monos autóctonos. Nosotros les proporcionaríamos muestras de sangre para tratar de caracterizar diferentes poblaciones.
Estimo que también el zoológico podría demandar algún tipo de colaboración a la FCEyN, pero, hoy por hoy, no se ha dado. En parte, diríamos que por primera vez en mucho tiempo tenemos una agenda de vinculaciones y acuerdos a largo plazo a los que nos debemos abocar; de allí que sea difícil armar algo con otras instituciones tales como la Facultad. Es un hecho que en muchas partes del mundo la relación de los zoológicos con las universidades es muy estrecha, pero aquí, en Buenos Aires, históricamente ambas instituciones marcharon por caminos separados.
De todas maneras, muchos estudiantes de biología de diferentes universidades pasan por el zoológico, tanto buscando información como realizando algunos trabajos de campo para adquirir experiencia con los animales.
Tenemos entendido que, como si todos tus antecedentes no fueran suficientes, tenés habilidades tales como pasear pitones de cinco metros y hacer acrobacias colgada sobre el Riachuelo...
Yo aterricé en el área de reptiles del zoológico vinculada al proyecto de cría de yacarés. La mayoría de los herpetólogos son fanáticos, sobre todo de las serpientes, y yo tuve que acostumbrarme lentamente a ellos. Fueron doce años conociéndolos y respetándolos. Todo es cuestión de manejo y, finalmente, los terminás adorando. Además, las especies venenosas sólo se tocan cuando es estrictamente necesario.
A la pitón de cinco metros la sacábamos a tomar sol. Nunca hubo problemas sino hasta el momento en que le trajimos una hembra: allí se puso lo suficientemente agresiva como para tener que suspender los paseos.
Lo que en realidad sucede es que el zoológico aprovecha este tipo de habilidades cuando me encargan la presentación de animales a la prensa de una manera natural y atractiva para el público.
Respecto a la acrobacia... bueno, yo siempre hice deportes: como te dije, fui guardavidas varias temporadas. Desde 1996 participo en el grupo de teatro de riesgo TSO trabajando en diversos lugares tales como "Dr. Jekyll", el Centro Cultural Recoleta y la Manzana de las Luces. Con nuestro último trabajo Zamarra en 1999 fuimos al Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz . En los comienzos del grupo también hicimos de soporte del grupo acrobático catalán La Fura des Baus.
Lo del puente de la Boca fue en 1998. Construímos un muñeco de hierro de dieciocho metros de largo y cuatrocientos kilos de peso. Sobre las aguas del Riachuelo ensamblamos la estructura, la izámos y finalmente la prendimos fuego. El espectáculo se llamó Aparecido en una clara referencia a los desaparecidos durante la dictadura militar. En ese "escenario" había más de sesenta personas, entre músicos, actores y andinistas. De más está decir que el teatro independiente es otro trabajo a puro lomo, pero te da muchas satisfacciones y posibilidades de expresión artística.
Indiana, Igor y Rex. Nadia Boscarol, entre pitones y acrobacias de riesgo, además es madre de tres hijos. "Los chicos son lo primero" asegura al explicar como organiza su viday agrega: "con mi ex esposo músico de Los Pericos coordinamos nuestras respectivas actividades para atenderlos". "Mi hija mayor tiene diez años y se llama Indiana. Ese nombre claramente describía su característica principal y, por suerte, figuraba en la lista de permitidos del Registro Civil", explica Nadia. Igor es el segundo: tiene seis años y su nombre es un homenaje al personaje de la película El joven Frankestein. Finalmente Rex, de cuatro años, lleva el nombre del corredor enmascarado de la serie de dibujos animados japonés Meteoro. "En este caso, Rex era un nombre permitido gracias al antecedente que evoca al famoso arqueólogo platense Rex González", explica Nadia. |
¿Para qué sirve un Zoológico? Un león pesadamente echado en el piso de una jaula triste, sucia y olorosa. Un tigre saltando a través de un aro de fuego al chasquido de un látigo. Un lobo marino haciendo malabarismos con una pelota. ¿Son la misma pintura bizarra y antinatural? ¿Simple prejuicio? ¿Un documental de animales en video enseña más? El licenciaddo Alejandro Scataglini, el biólogo que comparte el trabajo y la oficina del Rain Forest con Nadia, recoge el guante: "El primer valor pedagógico del zoológico tiene que ver con el acto emocional del reconocimiento in vivo de las formas por parte de los niños. El documental en vídeo es una herramienta educativa muy fuerte pero referido a algo ajeno al chico". Luego del impacto emocional que causa el encuentro, hay que tener en cuenta que el público se identifica con el animal y no con la especie. Por esta razón el zoológico además debe perfeccionar la manera de transmitir información objetiva e inducir en el visitante el reconocimiento del animal en su ambiente. En rigor, los zoológicos en el mundo han ido evolucionado de la modalidad victoriana de principios del siglo XX, en la cual la exhibición pasiva en una jaula era el eje principal, a una recreación del ambiente natural lo suficientemente veraz como para darle al observador la sensación de inexistencia de barreras. "A través de los vidrios apenas perceptibles del Rain Forest, el público siente estar en la selva misionera", asegura el biólogo. Finalmente, según el especialista, los proyectos de conservación son la tercera finalidad del zoológico. Antiguamente, el zoológico meramente capturaba; ahora, cría en cautiverio y libera con criterio. "Nosotros hacemos un plan de colección que incluye especies autóctonas en peligro de extinción y su posterior liberación. Este esfuerzo, que requiere gran inversión, no lo pueden hacer los organismos oficiales y sí el zoológico que tiene resto financiero para subvencionar el conservacionismo con las actividades redituables". Por ejemplo, un nacimiento bien promocionado o la adquisición de un tigre blanco permiten ayudar a que al aguará guazú no se extinga. |