Subsecretaría de Graduados y Asuntos Profesionales - SGAP
El otro perfil
Diego Rosa
Del laboratorio al pozo (de petróleo)
por Armando Doria (EXACTAmente, No. 23, 2002)
Comenzó a estudiar biología en el 89. Al año y medio comenzó a trabajar en un laboratorio de la Facultad de Exactas. A mitad de carrera descubrió la actividad privada, cambió de rumbo, y hoy asesora a una consultora ambiental especializada en petróleo.
Cuando uno piensa en un biólogo -y sobre todo del área de ecología-, lo supone vestido de bombachas y polar, puede que con borceguíes, preparado en todo momento para salir de campaña. Diego Rosa no es el caso; viste traje de buena hechura, usa maletín y trabaja para una consultora que se dedica al tratamiento de desechos en plantas de petróleo.
Su look era otro en el año 89, cuando ingresó a la carrera de biología de Exactas -cuenta que tenía el pelo largo-, y sus planes también. "A comienzos del segundo año de la carrera empecé a trabajar en un laboratorio del Departamento de Biología en la obtención de microorganismos de degradación. La idea de investigar le gustaban, pero no todo era rosas para Diego; explica por qué: "En Exactas la investigación era algo primordial, y me parecía el único camino posible. El problema era que, pese al trabajo que venía realizando, no conseguía ninguna beca ni subsidio, que era mi objetivo". Entonces probó un tiempo en los laboratorios de la Facultad de Agronomía, pero de todas maneras seguía insatisfecho en el aspecto económico del asunto.
Beber de otra agua
Sin haber finalizado el ciclo inicial de la carrera, Rosa encontró trabajo -por medio del área de Pasantías de Exactas- en una empresa comercializadora de productos biológicos. Y cuenta que fue un hallazgo: "Esto cambió absolutamente mi vida porque descubrí lo que significaba trabajar en la empresa privada y, en este caso, que el privado me respetara como biólogo". También había algo más que empezaba a resolverse: el aspecto económico del asunto.
Terminó la carrera mientras trabajaba, aprovechando los pocos turnos noche que ofrecía la Facultad. Todo marchaba bien, pero... al año terminó la pasantía. ¿Crisis? Para nada. Corría el año 98 y el menemismo nos decía que la satisfacción estaba garantizada (o nos devolvían el dinero; aunque, claro, después no fue así). Rosa aprovechó ese marco de euforia y buscó trabajo entre las empresas que había conocido durante la pasantía. Su trabajo consistía en asesorar en el uso de productos biológicos en las plantas de tratamiento de efluentes líquidos, y ya por esa época comenzó a trabajar junto a su actual socio, Eduardo Sarlo, otro biólogo de Exactas. Asegura que en muchos casos lograron disminuir costos al cliente, o mejoraron sensiblemente los efluentes, y así ganaron nombre. Tampoco desperdiciaron oportunidades; Rosa lo cuenta bien: "Empezamos trabajando con efluentes líquidos, y cuando fue el boom del impacto ambiental, también nos dedicamos al impacto. Con las ganancias, Eduardo hizo un curso de auditor de ISO 14000, gracias a lo cual pudimos incorporar como cliente, por ejemplo, a Coca Cola". El camino estaba abierto.
La puntada y el hilo
Pero, ¿es difícil para un biólogo encontrar espacio en el ámbito privado? Si bien la coyuntura de crisis complica las cosas, para Rosas hay un hecho que facilita la inserción, y es que "está instalada la idea de que los biólogos egresados de Exactas están muy bien capacitados". También suma el hecho de que la oferta de profesionales del ramo sea todavía baja. Pero, más allá de las posibles ventajas del contexto, hay que tener en cuenta que Diego Rosa es de aquellos que no dan puntada sin hilo, y que tanto se perfecciona en su área como se hace cargo de la contabilidad de la empresa, si es necesario.
En estos momentos, además de empresario, es profesor en una materia de 5to año ingeniería industrial de la UTN. "Dar clases es muy bueno porque me mantiene actualizado -dice Rosa-. Por otro lado, también puede ser una inversión. Claro que uno no lo hace por eso, pero la realidad es que por lo menos el 10 por ciento de los alumnos nos ha venido con alguna oferta laboral, una vez que se recibieron".
El último hit del dúo Rosa-Sarlo fue hace pocos días, cuando los contrató la consultora de medio ambiente Equilibrium, especializada en petróleo: Rosa en la gerencia técnico-comercial y Sarlo en el monitoreo ambiental de los pozos. Siempre como asesores externos, respetando la sociedad, nunca en relación de dependencia.